¿Y qué harás?

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Se levantó encontrándose en su cama envuelto en sábanas de seda negra. Sus cortinas estaban corridas e impedían que la luz del atardecer le despertara con una fuerza increíble. La cabeza le dolía horrores, era punzante y muy fuerte.
Se intentó levantar, pero realmente fue un martirio el intentarlo ya que terminó en el suelo de nueva cuenta, sus músculos le gritaban por descanso más de tres días con la borrachera y sin dormir le hacía sentir tan mal.

—¡Regulus!—grito a todo pulmón buscando su varita desesperado. Algo le decía que debía ir con James y rompería todo por llegar hasta él.

Los pequeños pasos que se escuchaban por el pasillo parecían desesperados. No recordaba cuando fue la última vez que bebió hasta hartarse y quedó inconsciente.

—¿Qué pasa!—entro pateando la puerta y amenazando.

—Dame mi varita—ordeno logrando pararse decente y mirándolo a los ojos con irá.

—Siri, no. Yo prometí que...

—¡Dame mi varita ahora!—grito acercándose como la mayor amenaza.

Pero Regulus negó tomándolo de la mano sin importarle que estuviera intentando hacerle sentirse amenazado. Sus manos se tocaron y casi hizo una mueca de asco por el olor.

—Primero tomarás un baño—lo jalo por el pasillo hasta uno de los baños—, tomarás una poción para la resaca, te quitarás esa horrible barba—recalco asqueado ante la sola idea de ver a Sirius besando a James Potter con esa barba—y terminarás con uno de los trajes con clase que te he comprado. Así podrás ir a matar a Evans, por eso deberás usar negro, te queda mejor.

Fue turno del hermano mayor rodar los ojos con aburrimiento solo se digno a seguirlo y esperar con paciencia toda la tortura del mundo. Cuando empezó a obligarlo a lavarse los dientes supo que había más de lo que él menor podía demostrar.
Sirius era un hombre  bien formado, tez pálida, de cabello largo, lustroso y negro, llamativos ojos grises y un aire de "elegancia casual". Este vestigio de belleza aristocrática aparentemente es un atributo transmitido a través de la familia Black. Aunque nunca aceptaría que así fuera, él era guapo y punto.

—¿Mejor?—cuestiono aún probando se el décimo traje en ese par de horas—, ¿O crees que deba usar otro?—el dolor de cabeza por la resaca ya no existía. Ahora era Reg él que se lo estaba provocando.

Regulus le dió el visto bueno, para luego acompañarlo hasta la chimenea de la casa, porque era mejor que estar pendiente de que no se emborrachara. No odiaba al Potter, solo que tenía el sentido de sobreprotección demasiado desarrollado.

—¡Deja de atosigarme!—gruño él mayor observando cómo su hermano tomaba polvos flu—Eres apenas un año menor que yo.

Regulus negó con la cabeza y le dijo donde debería ir. Pero antes de que pudiera ir a su antigua casa en el valle de Godric, un nombre vestido de negro con ese grasiento cabello negro se asomó por medio de la aparición en medio de la sala de la casa.

—¿Y tú qué haces tan bien vestido?—se burlo un poco como era costumbre entre ellos—¿Al fin olvidaste a Potter?—el apellido lo arrastró con esa inusual forma de hablar.

—Severus no ahora—nego por lo bajo intentando no mirarlo.

—¿Le dijiste Regulus!—reclamo alzando la voz con algo de sorpresa.

—¡Tenía que hacerlo, tarde o temprano se enteraría!—grito usando el mismo tono de voz que Severus.

—Eres un idiota—se froto las Sienes con cansancio—. Lo que vayas a hacer detente—señalo a Sirius con su dedo indice antes de que abriera la boca—, mis órdenes fueron buscar entre el árbol genealógico de los Potter.

Colateral (En Revisión). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora