Cena de bienvenida

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De pie frente a su espejo, esta vez Juliana, no puede definir si está triste o alegre. No puede entender qué le sucede, qué se dejó hacer así misma, pues ella sabía muy bien que Valentina jamás iba a sentir lo mismo que ella. Volvía otra vez al momento de su espacio juntas, pero no de su tiempo de estar juntas. La esperanza estaba abierta, Juliana tenía fe, aunque entendía que eran almas gemelas predestinadas a estar juntas, sin ser la una de la otra; era contradictorio, era la verdad, todo era relativo.

Tocaron a su puerta, la cual estaba abierta, y entró Silvina. Volvió Juliana en sí, después de uno de sus acostumbrados viajes de retrospección, que necesitaba para analizar la situación. Sus ojos se tornaron a Silvina, pero sin verla.

—Señorita, la llama el joven Sergio. —le entregó el teléfono y se marchó.

—¡Aló! —dijo, por inercia del momento, mientras sacudía su cabeza de lado a lado inclinándola hacia atrás, tomando aire al mismo tiempo.

—Juliana, te he estado esperando, falta media hora para entrar a nuestra asesoría con el tutor, y no hemos discutido los cambios que subiste —a la nube— anoche.

—Quisiera poder correr la reunión, no me siento bien. —ya las impresiones estaban afectando su fisionomía, le faltaba aire, le sobraban lamentos.

—¿Necesitas algo?, voy para tu casa. —preocupado preguntó.

—¡No! Tranquilo. Dame diez minutos y te llamo, veré si puedo asistir o no —cayó sobre su cama—, hablamos...

Ya en su cama, viendo hacia el techo, pudo ir reaccionando poco a poco, le confió el control a su Deidad, sabía que ella sola no iba a poder.

Respiró profundo, y recordó su lema, abrió sus ojos y se lo dijo en voz alta —¡Vamos! un problema a la vez. Si tiene solución para qué te preocupas, y si no, ¿qué ganas preocupándote?— ya iba volviendo.

Juliana siempre se caracterizaba por ser pro-activa, tenaz para resolver problemas, centrada en las soluciones siempre. Para quien la conociera era una mujer de temple, admirable a su temprana edad. Valentina la tenía, no en vano, en el pedestal de "heroína", recordemos.

La graduación de su cerebro con el corazón iba llegando, no a nivel óptimo, pero si a un estado medio decente, así lo sentía, se sentó en su cama. Ya se estaba re-programando, —¡La Universidad! —exclamó.

Salió de su cuarto, tomando su bolso, su reloj y el teléfono, devolvió la llamada a Sergio.

—Sergio, voy en camino, encárgate de los refrigerios para el tutor, los puntos cambiados lo hablamos directo con él, yo me encargo, luego hablamos de tu punto de vista

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—Sergio, voy en camino, encárgate de los refrigerios para el tutor, los puntos cambiados lo hablamos directo con él, yo me encargo, luego hablamos de tu punto de vista.

—Excelente, que bueno, ya te escucho otra vez, la persona que me habló ahora no eras tú. Estoy presto a escucharte ahora si quieres.

—Gracias. Nos vemos en quince minutos. —colgó.

Complicity (Terminada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora