El reencuentro de Juliana y Valentina en la ciudad de Nueva York, reanimará ciertos lazos afectivos que tenían muy ocultos, dando un giro inesperado a sus vidas, y a sus carreras, famosas.
Todo les irá cuesta arriba, no sólo por los terceros, sino...
Recuperando un poco el aliento, Juliana cayó en cuenta que Valentina seguía con sus caricias sobre su abdomen, después de aquel devastador orgasmo, consiguió la manera de activarla otra vez, y ella decide entregarse, se deja llevar, la noche era joven, y les quedaba un día por delante para reponer fuerzas, pensó, así que se relajó.
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Valentina al notar que de nuevo la había recuperado la levanta sutilmente de la mesa, la lleva caminando hacia la sala, sin dejar de besarla, se detiene y le termina de quitar el vestido, Juliana hace lo mismo con la ropa de la rubia, dejándola solo en ropa íntima, ya que no podía coordinar sus movimientos.
Camino hacia la cama, realiza una parada cuando chocan con el sofá de la sala y caen allí lentamente, quedando la rubia arriba, en medio de los besos apasionados que se disputan por ganar, la mano de Valentina no se detiene al sentir de nuevo un cúmulo de humedad incesante saliendo del centro de su morena, esta vez tres de sus dedos, que fácilmente se deslizan, van directamente a su orificio y realizan la penetración lenta y profunda, recibiendo al instante un gémido de placer muy evidente, que le activa.
—Oh Val, me vas a matar... —susurra.
—Eres mía Juls, y esta noche quiero hacerte el amor hasta que nuestras fuerzas no den para más... —asegura mirando a sus ojos chocolate, mientras aumenta la velocidad de sus dedos, haciendo que Juliana los cierre de placer al echar su cabeza hacia atrás.
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El ritmo que utiliza Valentina, se encaja en la posición perfecta que sabe le brindará mayor sensación, ataca sus senos con su boca chupándolos vehementemente, intermitente para ir ahogándola de placer. Los gemidos van en aumento, los movimientos de la cadera de Juliana al compás de las penetraciones profundas que la tienen en la cima del éxtasis.
Luego de dejar sus pezones erectos y sensibles al tacto, sube a lamer su cuello y oreja, la muerde y chupa, pasa su lengua por detrás de la oreja y baja hasta su pulso, donde realiza una serie de besos, mordiscos y chupetones con pasión, mientras sus dedos abajo la siguen atendiendo haciendo que gima con una insistencia y potencia apreciable, que le impide besarla a su vez.
—Te amo Juls, eres mi todo. —susurra al oído y muerde el lóbulo lentamente hasta que lo hala entre dientes, volviéndola loca de placer.
—Siente cuanto te amo corazón, quiero que te corras en mi mano...