El reencuentro de Juliana y Valentina en la ciudad de Nueva York, reanimará ciertos lazos afectivos que tenían muy ocultos, dando un giro inesperado a sus vidas, y a sus carreras, famosas.
Todo les irá cuesta arriba, no sólo por los terceros, sino...
Amanece en la majestuosa propiedad de los Valdés, teniendo como fondo el imponente sonido de las olas del mar chocando en la orilla, el aroma fresco y agradable es percibido y bienvenido en el despertar de Juliana, el cambio cotidiano y la libertad que generaba todo en su conjunto le ayudó a abrir los ojos plácidamente.
Al moverse en su cama sintió el calor de otra persona, quien la abrazaba por su espalda, la mano que reposaba en su abdomen le hizo recordar la noche que pasó con Kate.
Juliana todavía no podía controlar lo que sentía, las emociones las tenía a flor de piel. Su respiración comenzó otra vez a variar aceleradamente al recordarse de Valentina, y el camino que estaba tomando todo. Sin poder negarse, el agradable despertar cambió a unas ganas enormes de llorar, que yacían acumuladas en su garganta, haciéndola sollozar lentamente.
Su acompañante se despertó al notar el cambio acelerado en su respiración, quiso guardar silencio, pero recordó del sitio donde estaban.
Se acercó aún más a Juliana, atraiéndola a ella en un cálido abrazo desde su espalda.
—Linda, anoche hice que no lloraras para que hoy estuvieras radiante —le dijo lentamente cerca de su oído—, no me hagas perder mi trabajo. —solicitó mientras acomodaba y acariciaba la cabellera negra que tenía ante sí.
—Kate, no sé cómo hacerle frente a esto. —sollozó.
—Te sigo insistiendo, hoy no es el día.
—Val, debe estar esperando que salga y no tengo ni fuerzas, ni valor para hablar con ella. —dijo en medio de un suspiro, estaba mejorando el control de su respiración, al recibir una suave brisa en sus mejillas.
—Carvajal no te va a presionar, no puede, sabe que estás mal. Sería muy bruta si busca indisponerte hoy —le enfatiza Kate, ahora incorporándose en la cama, en busca de su celular—. Linda, debes levantarte y prepararte, en veinte minutos es servida la mesa del desayuno privado de Uds.
—¿Veinte? —se sienta de golpe en la cama— Mi Papá me mataría si llego tarde... —se apuró en dirección al baño, antes voltea y mira a Kate, se acerca y la hace salir de su concentración en el celular, se acerca y la mira a los ojos tomándola por los brazos.
—Gracias ojitos, necesitaba tanto pasar una noche así, me has ayudado demasiado —la abraza fuertemente—. Estoy segura que sin ti hoy no hubiese podido ni pararme. —le asegura a su amiga, se separa y le da un beso en la mejilla.
—Sabes que siempre vas a contar conmigo, y sabes también me ayudaste demasiado. Siempre sacas lo mejor de mí —le sonríe—. Ahora ve a cambiarte tu familia te espera y si llegas tarde pues quedo muy mal como organizadora del evento. —le acotó y le señalo el baño con el mentón.
—¡Si, cierto! —se separó y camino hacia la puerta del baño— Nos vemos ahora... y ya sabes que todo salga como lo hablamos anoche, estaré atenta a mi celular.
Kate asiente y se camina rumbo a la puerta para dirigirse a su habitación.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.