El reencuentro de Juliana y Valentina en la ciudad de Nueva York, reanimará ciertos lazos afectivos que tenían muy ocultos, dando un giro inesperado a sus vidas, y a sus carreras, famosas.
Todo les irá cuesta arriba, no sólo por los terceros, sino...
Luego de unos instantes en silencio y de caricias de Juliana en la mano de Valentina, siguieron conversando.
—Me sentí muy mal la verdad —dijo Val mientras sostuvo su cabeza con los dedos en su sien-. Aunque sea dejaste claro lo de la comparación de mis besos con los de ella... —sonríe para sus adentros.
—Si lo sé, y lo lamento.
—Creo que el Whisky te ha ayudado a que me calmara —sonríe—, debo llevarme unas botellas de ese escocés... me encantó demasiado.
—Sí, noté que tomaste mucho —la mira a sus ojos con mucho deseo y se muerde el labio—, mmmm...
—¿Qué? —replicó Valentina, su semblante había cambiado con el gesto anterior de Juliana.
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Sonríen... —Que... si... está muy rico el Whisky... —se acerca lentamente, suspirando entre la mejilla y el oído de Valentina.
—Si..., ex...quisito... —le responde y comienza a tratar de contener su respiración acelerada. «Aguanta Val»
—Me preguntaba... —susurra y le acaricia con su mejilla y nariz cerca del oído y cuello..
—¿Qué? —responde la ojiazul evidentemente atrapada en la sensación de abandono a la pasión contenida.
—¿Cómo ha de saber ese exquisito whisky en tus deliciosos labios? —le susurra, lame y muerde el lóbulo de su oreja.
—Creo... que no te mereces probarlos aún... —arrastró ese aún, con su voz extasiada, la reto sutilmente. «Cuerpo traidor, debías haberte parado y no retarla...»
—¿Si...? mmm «Lista»
Juliana le propinó una lamida y un pequeño mordisco en la zona más vulnerable que le conocía del cuello, en medio de su pulso y la oreja. Ella respondió con un gemido y dejó caer su espalda lentamente en el espaldar del sofá.
Sin dejar de acariciar su cuello con la lengua, Juliana se coloca a horcajadas sobre Valentina, llevando sus manos a su cabello acariciando su nuca con las yemas de sus dedos enredados en su lacio rubio. Se apodera con besos, lamidas y mordiscos de sus mejillas, ojos, cuello y orejas de lado a lado.
Valentina aumentaba su respiración, y era incontrolable en sus gemidos, resistía, pero Juliana baja sus caderas y comienza a moverse sobre su intimidad con su contraparte... desarmandola por completo. Sus manos, su lengua y su cadera le cercaron para dominarla. Sólo acude a apretar sus nudillos en el sofisticado sofá de cuero en el que estaban, como último intento de resistencia.
Ante tal oposición, Juliana lleva su mano a un seno, y lo masajea sobre su ropa. Valentina gime y aún le niega sus labios buscados, ya por tres ocasiones. Por ello decide bajar su otra mano desde el cabello hasta su entrepierna, alejando un poco sus caderas. Su lengua hace el trabajo en la parte trasera de su oreja, una mano en sus senos y la otra hace maravillas sobre la tela de su pantalón sintiendo la humedad que le causó y que inevitablemente se antojó en probar.
