El reencuentro de Juliana y Valentina en la ciudad de Nueva York, reanimará ciertos lazos afectivos que tenían muy ocultos, dando un giro inesperado a sus vidas, y a sus carreras, famosas.
Todo les irá cuesta arriba, no sólo por los terceros, sino...
Es mitad de semana, Juliana salió de la Universidad camino a su trabajo, iba agotada, el viernes ya el viernes enviaran las escenas seleccionadas para competir con el otro candidato, por la opción del patrocinio de filmación completo.
Estaba muy feliz todo estaba fluyendo, los actores seleccionados iban a la perfección, las locaciones y todo el equipo de producción iban engranados a la maravilla, Kate le estaba ayudando con la delegación de funciones, es definitivamente un As en materia de dirección y administración de recursos.
Su turno para trabajar empezaba, se relajaba cada vez que tocaba el piano, lo necesitaba, tenía seis días sin ver a Valentina, no sabía nada de ella. Con Kate no puedo averiguar con Camila de ella. Le perturbaba aún las palabras de Eva aquella noche que hablaron, pero no tenía forma de hablarle, no le respondía las llamadas. Decidió dejarse llevar por las melodías que escogió para esa noche.
Pronta a terminar su jornada visualizó a Melisssa en una de las mesas, esperando por ella, degustando una copa de vino y disfrutando de las melodías.
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—Buenas noches, ¿puedo? –le pregunta a Melissa señalando una de las sillas de la mesa.
—Claro, ¿quieres algo de tomar? –ofreció atenta.
—No, estoy bien.
—Te veo mucho mejor, me contenta. –sonríe.
—Gracias, y tú como siempre radiante. –asiente en agradecimiento y le ordena al mesonero agua mineral para su acompañante.
—¿Le avisaste que vendrías?
—No tengo por qué avisarle.
—Okay, no me digas que consideras normal, llegar a su trabajo después de todo lo que ha pasado. –indaga curiosamente.
—No, no es eso. Si, tienes razón, debí avisarle. No lo hice, no estaba segura si venir o no. –reconoció.
—Perfecto, así está mejor, mientras que no asumas que ella siempre se tiene que calar todo lo que TÚ quieres, es un buen paso. –le restregó Melissa.
—Eso de querer ayudarme, lo estás aplicando muy bien. –la mira mientras que el mesonero le sirve la bebida.
—Es por Juliana, me cae demasiado bien, es una buena amiga ya. –confesó.
—Por Dios, deja de disimular sé muy bien cuáles son tus intenciones –soltó con un sutil dejo de molestia. Estaba hablando calmadamente, sabía que había unos paparazzi cerca de ellas, pendiente de Melissa, y se pusieron alertas cuando llego ella. Juliana las pudo ver y comenzó a estar nerviosa–. No tienes porqué disimular Melissa.
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