Una mujer

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Luego de una larga y muy agitada noche, en aquella, la nueva habitación de Juliana, cayeron rendidas sobre su modesta cama, después de tomar una ducha en conjunto.

Sus cuerpos desnudos, se encontraban entrelazados ligeramente cubiertos por una sabana. Los rayos de sol eran tenues, y el ruido de la ciudad no era tan fuerte por la ubicación del apartamento. Les permitió descansar, hasta que ya sus organismos se abastecieron del sueño reparador requerido.

La primera en despertar fue la morena. Lentamente su cuerpo fue consciente de la dulce compañía con la que estaba, el calor de aquel cuerpo de piel clara y muy brillante le hizo soltar un leve suspiro de satisfacción luego aspiró su olor con vehemencia, grabando cada parte de aquella oleada sensorial.

Valentina dormía con su cabeza reposando en el hombro de aquella morena, que le trasmitía paz, con su armónico respirar, y seguridad con el arropo de su brazo izquierdo. Mantenía sus ojos cerrados agradeciendo aquel momento, pensaba como sería el cielo y si así sería de espiritual estar allí.

—Buenos días, bonita. —saluda la morena abriendo lentamente sus ojos y regalando un beso sobre el cabello rubio.

Valentina se acomoda para verla de frente apoyada en su codo derecho, con una sonrisa plena, enlazando su mirada, con tono azul cielo brillante, a la de la Juliana, se acerca lentamente a sus labios, depositando un beso casto, suave y calmado.

—Buenos días, corazón. —continúa el beso sin cambiar de actitud. Aunque estaban felices, sus cuerpos aún sobrellevaban los estragos de una noche de pasión muy activa, estaban débiles. Termina el beso delicadamente mordiendo el labio inferior de la morena, para luego respirar y dejar reposar su cabeza en aquel su espacio favorito, entre el cuello y la clavícula de Juliana—. Te amo tanto, Juls, no creo que con esta vida me alcance para demostrarte cuánto te amo. —terminó expresando.

Al escuchar la palabra demostrarte, Juliana volvió súbitamente a la realidad, dejando salir un suspiro, la rubia se percató, porque sintió como su cuerpo se puso rígido, indicándole mentalmente que se preparara. Busco entrelazar sus dedos de la mano izquierda con la de la morena.

—Val, tenemos que hablar... —expresó Juliana haciendo presión con su brazo.

—Lo sé.

—Lo de anoche fue... maravilloso, y sabes que te amo...

—Pero... —intercepta la rubia, cerrando sus ojos para escucharla.

—Pero, eso no quiere decir que ya todo esté... bien... —dijo con decisión y acentuadamente.

—Lo sé, amor. Lo de anoche, bueno y lo de esta madrugada —bromeó—, aunque haya sido tan hermoso y tan... liberador... —jadeó estremeciendo un poco su cuerpo, recordando lo vivido, inspiró y continuó— sé que no es suficiente. He cometido tantos errores contigo, que...

—Qué nada amor —le quita la palabra y prosigue—, ya no vamos a buscar una culpable, fuimos las dos, porque yo cometí errores, dejé que todo fuese desenfrenado, sí, me dejé llevar por todo mi amor, pero sabía que nada iba a salir bien así. —lamenta.

—Corazón, te ruego me dejes solventar todo, para poder darte el lugar que te corresponde en mi vida —se aferra a su cuerpo—. No quiero estar con más nadie que no seas tú, por el resto de mi vida. —sentenció.

—Val, bonita, del pasado no podemos cambiar nada, pero si que podemos aprender, y lo que aprendí de todo lo que nos pasó, fue que tu carrera está por encima de nuestra relación —hizo una leve pausa para separarse y sentarse en la cama, reposando su espalada en la cabecera. Una silenciosa Valentina imitó la acción; ambas cubrieron su desnudez—. Por eso no voy a creer en tus promesas, si no en los hechos. Tu inseguridad se basó en no poder sentirme tuya, creando un mundo loco y posesivo en tu mente. —se quejó y ladeo la cabeza en negación.

Complicity (Terminada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora