Camila había despertado muy temprano tratando de pasar desapercibida por todo el mundo para poder escaparse al centro comercial y encontrar un buen regalo para Zabdiel. No es que fuese una mala amiga que se había olvidado de su cumpleaños, era simplemente que con todo el trabajo que tenía últimamente no le alcanzaba muy bien el tiempo.
Por eso se había dado a la tarea de recorrer cada tienda del centro comercial, lo complicado era que cada vez que veía la ropa se enamoraba más y más y su cerebro que en ese momento le hacía pasar malos momentos no dejaba de imaginar la manera en la que podría combinarla con algunas otras prendas que ya tenía.
Era como una maldición, pensó Camila admirando la sección de cazadoras de todos colores. Sonrió un poco y se encaminó lentamente pasando sus ojos prenda por prenda e imaginándose la manera en la que Zabdiel luciría con una de esas. Hasta que finalmente la encontró.
No era la gran cosa pero al menos era un detalle que definitivamente estaba elegido con mucho esmero y cariño. Y realmente esperaba que a Zabdiel le gustase.
Todavía era capaz de recordar la manera en la que se había sentido caminar junto a él por el jardín del hotel con el cielo oscuro y lleno de estrellas siendo testigo de su paseo. Era lindo y un tanto romántico, tenía que admitirlo pero sólo era en plan de amigos. Camila no tenía intención alguna de hacerlo de otro modo después de los comentarios que los chicos habían hecho en el auto.
Le daba gracias a Dios por no haber tomado el consejo de Danna sobre decirle lo que ella sentía. De esa manera estaba bien, se sentía cómoda y era mucho mejor.
Durante el camino de regreso al hotel sentía como sus nervios iban en aumento y no entendía muy bien porque.
Camila entró en su habitación sosteniendo un par de bolsas blancas en las manos haciendo que la mirada de su mejor amigo se despegara de la pantalla de su celular. La pelinegra le ofreció una pequeña sonrisa que Danna le correspondió.
—Buenos días, Dan—saludó amablemente.
—Buenos días—susurró volviendo su atención a la pantalla del teléfono.
—Con que Danpher ya es oficial, ¿no?—le sonrió la pelinegra colocando la bolsa que no contenía el regalo de Zabdiel sobre el pequeño escritorio repleto de maquillaje.
—Y no sé si sentirme feliz o aterrada—anunció dejando el teléfono de lado—¿Ya podemos ir con los chicos?—se puso de pie y fue al armario donde descansaba la caja de regalo con envoltura roja que contenía el regalo de Zabdiel.
Camila asintió, tomó su propio regalo y luego juntas se reunieron con los chicos.—Yo ya los felicité—le dijo con media sonrisa cuándo los encontraron a los cuatro muchachos y a Renato fuera de la habitación que Joel y Zabdiel compartían.
Cuando entraron en la habitación de los chicos automáticamente el corazón de la chica dejó de latir de golpe apenas se dio cuenta que él estaba completamente dormido vistiendo solamente un bóxer y percatándose que no había ningún tipo de sabana o manta que lo cubriera.
Sintió su propia respiración hacerse un nudo en su garganta y apartó la mirada nerviosamente tratando de no sonrojarse para que los chicos no se diesen cuenta de ese detalle. Ya era bastante humillante que se burlaran de ella.
La habitación estaba en penumbra, apenas y podían entrar unos cuantos rayos de sol por las gruesas cortinas grises en las ventanas. Sabían que así pudieran entrar con el circo completo dentro de la habitación, él no iba a despertar.
—¡Danna! Tapate los ojos—exigió Christopher caminando hasta su novia.
Erick se acercó a Camila con media sonrisa y la miró un momento—¿Yo también debería taparte los ojos, Cami?—se burló el cubano.
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LA CHICA DEL VESTUARIO|ZABDIEL DE JESÚS|CNCO.
FanfictionDE LA CHICA DE LOS PATINES LLEGA: LA CHICA DEL VESTUARIO. "Una mirada siempre lo confesará todo". A ZABDILA'S STORY.