C31: Planes a largo plazo.

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El corazón de Camila dejó de latir un momento apenas el despertador de su habitación comenzó a sonar. Lo apagó de un manotazo y se  incorporó de golpe en la cama pasando sus ojos por toda la extensión de su habitación.
Inspiró profundamente y  una boba sonrisa se instaló en sus labios recordando la fecha. Saltó de la cama directamente hacia el baño y  metió debajo de la ducha  dejando que la lluvia artificial hiciera su trabajo.

—Hola.—la saludó Zabdiel. Camila se quedó de pie un momento contemplando fijamente al muchacho que permanecía sentado en el filo de la cama con una pequeña sonrisa en los labios cuando salió de la ducha quince minutos después.

—¿Zabdiel?—murmuró la muchacha un tanto confundida.

—Buenos días.—respondió el chico ofreciéndole una amplia sonrisa.—Espero que no te moleste que tu madre me haya dejado pasar…

—¡Para nada!—le sonrió.—Sólo me sorprendió un poco que estuvieses sentado en mi cama. Es decir…Dios…

Zabdiel rio en voz baja.—¿Estás lista…?—le preguntó en voz baja poniéndose de pie. Se acercó a ella lentamente y tomó sus manos dedicándole una amplia sonrisa que hizo que su corazón se acelerase de inmediato.

—Más que lista…

—Perfecto.—respondió.—¿Te apetece ir a desayunar conmigo por ahí?—Camila se quedó en silencio un momento y luego se inclinó para dejar un pequeño beso sobre sus labios.—¿Eso es un sí?

Camila rio en voz baja y luego lo volvió a besar fugazmente.—Es un “me encantaría…”

(…)

—¿Alguna vez habías venido a Rockland?—cuestionó el muchacho caminando de la mano de Camila mientras atravesaban el bosque que separaba  la cabaña de la carretera.

—La verdad…no lo recuerdo.—murmuró.—Cuando era pequeña mi padre solía llevarme de acampada todo el tiempo…era realmente muy pequeña y me encantaban las aventuras con él, quiero decir. Solía cantarme una canción, encender una fogata y comíamos  malvaviscos asados…—Zabdiel rio en voz baja.

—Eso suena como un verdadero campamento.—respondió.

—Lo era realmente.—murmuró.

—¿Lo extrañas mucho?—le preguntó llevando sus ojos momentáneamente a ella.  Camila también lo miró un segundo y luego asintió solemnemente.

—Papá era mi héroe.—inquirió ofreciéndole una pequeña sonrisa.—Y perderlo fue sin duda alguna lo peor que me pasó en la vida ¿sabes?

—Seguramente desde donde está: ésta mirándote en este momento y se siente completamente orgulloso de ti, Cams. Has hecho cosas increíbles, eres condenadamente talentosa y eres el ser humano más valiente que existe sobre la faz de la Tierra…—Camila rio en voz baja y negó lentamente.

—Eso solo lo dices porque me quieres…—él negó de inmediato.

—No te quiero; te amo como a nada en la vida pero no lo estoy diciendo solo por eso. Lo estoy diciendo porque es la verdad…—declaró deteniendo sus pasos para dejar un casto beso sobre sus labios.

—También te amo.—respondió la muchacha.

—¿Estás cansada?—cuestionó apoyando su frente en la de su novia. Ella negó lentamente.—Cerca de aquí hay un lago, probablemente podríamos ir y dar un paseo ¿no lo crees?

—Creo que sería lindo.—Zabdiel se quedó en silencio contemplando a la chica un largo momento.—¿Qué pasa?—preguntó la pelinegra frunciendo sus labios.—¿Por qué estás mirándome así…?

LA CHICA DEL VESTUARIO|ZABDIEL DE JESÚS|CNCO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora