C25: Hasta el fin del mundo.

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Camila se dejó caer en el sofá de su casa observando el televisor mientras algún presentador de un show matinal que ella no reconocía pero que pretendía hacerse el gracioso –sin conseguirlo, a decir verdad- seguía haciendo chistes sin sentido sobre los problemas económicos de algún país en crisis.

Dejó escapar un largo suspiró llevando su atención en la esquina inferior derecha de la pantalla donde el reloj marcaban las ocho con treinta y nueve minutos. Se acuerdo con la charla que había tenido con su novio la noche anterior, los chicos llegarías alrededor de las nueva de la mañana para recogerla y emprender su camino al campamento. No tardarían en llegar y la emoción que se sentía en la casa –a manos de Madison- era palpable.

La niña a duras penas había podido dormir la noche anterior luego de que su hermana mayor le dijera que los chicos iban a visitarlas. Realmente no quería ni imaginarse la cara que pondría cuando se diese cuenta que no sólo las iban a visitar, sino que además...ellas irían de campamento con ellos.

Esperaba no ser la culpable de la muerte de su hermana.

—Camila...—la llamó su madre avanzando en dirección a ella con una botella de repelente para mosquitos.—Olvidaste esto en la barra de la cocina...—anunció tendiéndosela.

—Gracias...—respondió al tiempo que el sonido de un motor de un auto se hacía presente fuera de la casa.

—¡Llegaron!—gritó Madison.

—¡Ni siquiera sabes si son ellos o no!—replicó la pelinegra mayor lanzándole una mirada fulminante a su hermana.

—¡Voy a abrir!—anunció sin ser capaz de contener su sonrisa.

—¡No lo hagas!—le ordenó Camila pero la niña ni siquiera la escuchó.

Tiró del pomo de la puerta y soltó un grito de excitación pura.—¡Llegaron!

—¡Maddie!

(...)

—¡Oh, por Dios! ¡Son ellos! ¡Son Erick, Christopher, Joel y Richard!—chilló la pequeña niña de cabello negro y ojos marrones demasiado parecida a Camila apenas abrió la puerta—¡Zabdiel!—agregó emocionada corriendo hasta el boricua que la observaba con una enorme sonrisa. Lo envolvió en un fuerte abrazo y el chico rio abrazándola también.

Anteriormente habían hablado muchas veces a través de video chats, charlaban horas y horas hasta que Maddie se quedaba dormida. A Zabdiel le encantaba las ocurrencias de esa niña, las pequeñas peleas que tenía con Camila y le emoción que había mostrado la primera vez que por accidente ella había respondido la petición de videollamada. ¡Era completamente adorable!

—¿Para mí no hay abrazo?—preguntó Danna ofendida poniendo sus brazos en sus caderas en una muestra de fingido enfado.

Madison se separó del muchacho y luego la abrazó a ella con una risita haciéndose presente. Danna rio también e inclinándose para quedar a su altura: besó su mejilla ofreciéndole un pequeño y cariñoso beso.

—¡Mira esto, pero si es una Camila en miniatura!—comentó Erick mirando a la efusiva chica que de nuevo comenzaba a parlotear acerca de lo emocionada que estaba de que su banda favorita estuviese en su casa. Cuando sus ojos cayeron encima de los verdes de Erick sus mejillas se sonrojaron y apartó la mirada bastante avergonzada como para seguir observándolo descaradamente.

—¿Cuántos años tienes, muñeca?—preguntó Christopher inclinándose un poco para estar a la altura de la niña. Sus ojos fueron hasta el ecuatoriano que esperaba por su respuesta con una sonrisa tirando de sus labios.

LA CHICA DEL VESTUARIO|ZABDIEL DE JESÚS|CNCO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora