Capítulo 23: Tres y medio.

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Capítulo 23: Tres y medio.

Mirando a mi alrededor, supuse que este sería un lugar al que me acostumbraría en los próximos meses. Se me comenzaría a hacer habitual ver a la gente recorriendo el aeropuerto con valijas, o observar como descienden aviones a través de las ventanas. Mi realidad, presente y futuro estaba llena de momentos vividos en aeropuertos.

Sentí unos golpecitos en mi hombro izquierdo y tuve que contener el impulso de soltar un gruñido, idea que desapareció de mi mente en cuanto volteé. Frente a mi se encontraba ella. Por fin, después de un mes tenía a Scarlett a tan solo unos pasos.

Aquellos pasos que nos separaban fueron rápidamente acortados hasta que no había ninguno, y fueron reemplazados por mis brazos rodeando su cintura. Me asegure que sintiera en la fuerza de mi abrazo cuan malditamente duro había sido extrañarla. Sus piernas encontraron rápidamente la manera de rodear mis caderas debido a su pequeña altura y el salto que había dado por abrazarla, sus ojos cerrados con fuerza mientras se sostenía, sin querer soltarse.

- Te amo. Te extrañe demasiado - me susurró desesperada.

- Yo te extrañé más, no tienes idea.

En cuanto nos separamos, tomé su equipaje y comencé a dirigirlo hacia mi auto mientras ella me contaba un poco sobre su vuelo. Al mismo tiempo, iba sacándose capas de ropa, la temperatura en California era considerablemente más cálida que en Virginia y sus múltiples abrigos lo demostraban.

- Un idiota se sentó atrás mío y no dejo de patearme el asiento, estuve a punto de meterme en una gran pelea.

- Scarlett, ¿cuantos años tenía?

- Cuatro. Pero no tiene importancia, uno no puede ir por la vida pateando los asientos de la gente tenga cuatro, diez o cuarenta años. Se merecía ese golpe.

- Recuérdame jamás dejar que nuestros hijos te molesten - bromeé.

- ¡Eso fue lo peor! El imbécil del padre estalló en carcajadas, y luego se durmió ¡se durmió! Y me dejo a mi lidiando con su pequeño demonio - se veía realmente molesta.

- Supongo que entonces no pudiste dormir nada - comenté, mientras metía la valija en el baúl del automóvil.

- No. Absolutamente nada. Recuérdame cuando tengamos hijos criarlos para que no sean una pesadilla para los demás, por favor.

- Anotado - respondí con una sonrisa burlona-. Tengo una idea que te hará sentir mejor.

En su mirada se notó que había encontrado el doble sentido inintencional de mis palabras. No pude evitar soltar una estruendosa carcajada que fue seguida de una mirada de odio.

- No me refería a eso, Scar. Aunque no dudes en mi disposición al respecto - le guiñé un ojo -. Aludía a comprar pizza y helado para comer, y luego podemos ver una película o hablar de lo que quieras, o bueno otra cosa que tengas ganas - meneé mis cejas.

- Después la pervertida soy yo. Me parece perfecto.

Un viaje de ida hacia Domino's Pizzas y Gelataio después, nuestra comida nos acompañaba al departamento. Mi mano no había soltado la de Scarlett en todo el camino, por lo que fue algo difícil abrir la puerta de entrada, pero unas cuantas risas después, le di la bienvenida por primera vez a mi apartamento en Palo Alto. No era la gran cosa, como antes había explicado no tuve muchas ganas de esforzarme en la decoración, por lo que todo permanecía simple y limpio, hasta un poco aburrido.

- ¡Parece que no viviera nadie aquí! Pensé que tenías un mejor gusto en la decoración, Finnegan - exclamó, viendo el lugar prácticamente vacío.

Siempre, Liam. (Promises #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora