Siempre, Liam. (Promises #2)

Capítulo 30: Razones sanguíneas.

Capítulo 30: Razones sanguíneas.

¿Cuanto tiempo ha pasado desde que Liberty habló por última vez hasta que alguien reaccionó? No lo sé, podrían haber sido horas o quizás solo unos segundos de silencio ensordecedor. ¿Podría acaso ser una broma de, en mi opinión, muy mal gusto? No, la cara de Liberty confirmaba que no era así.

- Libby, estás viendo muchas películas. Disculpe padre, puede continuar - resolvió Aarón.

- Aarón - volvió a llamar su atención y la del resto de los invitados -. No estoy inventando. Si no me crees, pregúntaselo a nuestros padres.

En la primera se encontraban tanto Hannah como Natalie y Garret Fornaeu, los padres de Liberty, y sus caras habían palidecido, más que nada la de las dos mujeres. Nadie sabía que pensar de la situación, si era una broma, si Liberty estaría delirando, pero no creo que alguno esté pensando que es verídico.

- Liberty, deja de balbucear. Continúen por favor - le pidió Natalie.

- ¿Jamás te preguntaste - retomó la palabra - porque no tienes esos imponentes ojos verdes que tiene el resto de tu familia? ¿Ni una sola vez te cuestionaste porque nuestras narices son tan parecidas? Alargadas, con la punta redonda y respingada, ¿o porque cuando eras pequeño jamás te creían cuando decías que Scarlett era tu hermana? ¿Por qué tu cabello es tan parecido al de mi, nuestra madre? No me vas a convencer de que nunca notaste que ella parecía tener una predilección hacia ti.

Tomó un pequeño descanso de su discurso mientras recorría el pasillo bamboleando su carísimo vestido que desfilaba con la elegancia que la caracterizaba. No parecía nerviosa, si no como si hubiese estado esperando este momento por un largo periodo de tiempo, hasta parecía que hubiese preparado y ensayado los argumentos. Su mirada se posó en sus padres, y en ella no hubo amor, no desprendió más que decepción y frialdad.

- Quizá nunca hubieses podido conectar todas esas piezas, a mi también me costó, pero debes creerme cuando te digo que aquellos a los que llamaste mamá y papá toda tu vida; lo son porque te criaron y te amaron, pero no de la manera en la que la biología explica la descendencia. Cuéntales, papi, lo que hiciste hace veintiseis años atrás.

Hannah y Natalie estaban entrando en pánico, y algunas lágrimas de ansiedad se formaban en sus ojos esperando para acompañar a las que ya caían. Samantha, de manera muy parecida, parecía estar al borde del llanto e hiperventilación. Aarón solo la miraba con curiosidad, pero podía notarse que no quería o no podía creerle del todo. Nadie se había movido, nadie se atrevía a hacerlo.

Mi novia estaba conmocionada, con la boca abierta de la sorpresa, incapaz de quitar los ojos del padre de su mejor amiga. La mirada de Garret era gélida como el polo norte. Ni un músculo de su cara se movía, ¿se lo habría esperado? Parecía más bien furioso y, viniendo de alguien sin muchos miedos, su semblante era terrorífico.

- ¿Por qué no le cuentas a todo el mundo aquí presente que intentaste hacer abortar a mamá hace veintiséis años cuando el hombre del que ahora participas en su boda estaba en su vientre? - un grito ahogado llenó la sala, ya bastante ocupada por la agria voz de Liberty al hablarle a su progenitor.

- Liberty, no aquí, no ahora, por favor  - su madre suplicaba mientras derramaba algunas lágrimas de ansiedad.

- Liberty, se que ni tu ni tu familia ni los Carter me quieren, estoy informada. Pero inventando historias tontas en medio de una misa y acusar a tu padre de quien sabe que no es la manera de impedir mi boda - si bien las palabras de Samantha eran fuertes, en su voz había algo extraño, ¿miedo?

- No estoy intentando romper su bonito matrimonio porque me caigas mal, Samantha - escupió -. Lo estoy haciendo porque se todos tus pequeños secretos, y no quiero que la esposa de mi hermano sea eso sólo por el dinero que le corresponde de mi familia, o por los negocios que mi querido padre y el tuyo hagan sobre el.