Epílogo

4.8K 185 53
                                    

Epílogo

- ¡Liam Matthew Finnegan! - escuché a Scarlett gritarme desde una de las habitaciones e indudablemente supe estaba por ser asesinado.

Terminaba de acomodar la mesa en nuestro jardín de la casa que poseíamos en Santa Monica, esperando que todos nuestros amigos lleguen para nuestro almuerzo de domingo. El espacio era grande y había sido decorado por la increíble Hannah Carter, por lo que estaba lleno de plantas y adornos. Todos los veranos solíamos volver de New York a pasar nuestras vacaciones aquí, y era sin duda uno de nuestros momentos favoritos del año.

Por la puerta apareció mi preciosa esposa, que a pesar de tener casi treinta y tres años, envejecía como un buen vino. Su cuerpo fue cambiado por los embarazos y los años, volviéndose aún más curveado de lo que ya era y ya no usaba su cabello tan largo aunque este mantuviera su hipnotizante color oscuro. Sus ojos seguían siendo tan complicados de analizar (a veces verdes, a veces marrones, a veces amarillos, e incluso a veces una mezcla de los tres), y su bronceado moreno característico con solo media hora de sol permanecía intacto. Iba descalza, una costumbre que solía tener siempre en la casa, vestida con tan sólo un bikini negro y por encima un overol de jean rasgado corto.

- Te dije que vistieras a Sienna mientras yo vestía a los niños.

- Eso hice...

- Se suponía que debías ponerla en un traje de baño y ropa para la piscina, no un tutú.

- Perdón, me gusta demasiado.

Como si se hubiese sentido llamada, nuestra pequeña hija de dos años vino caminando hacia nosotros, vestida con un tutú celeste arriba de una malla blanca. Jamás podrías confundirla, era la perfecta mezcla entre nosotros: mis ojos azules y mi definida barbilla, y el oscuro cabello de su madre acompañada de sus facciones femeninas y una mímica de sus adorables mejillas regordetas.

- Ponle algo cómodo, iré a terminar de pelear con Tate para que se vista.

Luego de nuestro primer hijo, Ethan, habíamos esperado unos tres años antes de concebir a nuestro segundo hijo varón: Tate Nicolás, el cual llegó para volvernos locos pero hacernos más felices todavía, y dos años después su hermano menor Zachary Agustín, no fue la excepción. Habiendo tenido tres hijos, habíamos decidido que estábamos felices así, y que realmente tres siempre había sido nuestro número deseado y perfecto, pero como el destino siempre hace de las suyas, dos años después llegó como una pequeña "sorpresa" Sienna Olivia, rompiendo la racha de niños y definitivamente cambiándonos la vida a todos.

Todavía recordaba como si fuera ayer el momento en el que me lo dijo, en que me confesó que a pesar de haber programado no tener más hijos, estaba embarazada nuevamente. Ninguno de nuestros embarazos fue realmente programado, pero si certero, pero este último fue una completa estupefacción.

*Flashback*

- ¡Tate Nicolás, deja ese cuchillo sobre la mesa ahora mismo! - exclamé al ver a mi pequeño hijo de cuatro años con ese elemento cortante.

Sus ojos azules, iguales a los míos, intentaban denotar inocencia pero bien sabía yo que justamente en esa mirada no había nada de inocente. Tate era un pequeño terremoto, el más travieso de sus hermanos y se la pasaba ideando nuevas y creativas ideas para volvernos locos hasta sacarnos canas verdes. El pequeño Zachary, o Zac como lo llamamos, tan solo tiene un año y media pero parece ser el más tranquilo, en aquel momento nos miraba desde su pequeña manta de juegos. Su hermano mayor, Ethan, de siete años hacía su tarea sentado al lado de su hermano bebé en el piso mientras dejaba que jugara con sus útiles; este último era el niño más inteligente que conocía.

Siempre, Liam. (Promises #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora