Alice.
Luego de que Mycroft me insistiera de forma casi permanente, durante cada almuerzo o momento donde teníamos unos minutos de descanso, dándome mil y un argumentos, llegando al punto de casi exasperarse con mis respuestas ambiguas, yo había aceptado el mudarme de apartamento y barrio, aunque, si bien aquella insistencia se debía en gran medida al casi robo que había sufrido, también estaba el hecho de que, dejar mi antiguo apartamento, era dejar atrás los recuerdos del idiota con el cual había perdía más de dos años de mi vida.
Por otro lado, el que estuviese soltera y el asalto a mano armada, habían vuelto a Mycroft más protector conmigo, al grado de que solía acompañarme hasta la puerta de mi apartamento siempre que me llevaba en la noche, lo cual, si bien no era habitual, se había vuelto más recurrente, así que varias veces dejaba a Walter y D'Angelo esperando mientras él me acompañaba hasta arriba, algo que ambos hombre no pasaron por alto, y varias veces me vi explicándoles que Mycroft solo se comportaba así por seguridad, y no porque mostrara signos de algo más, aunque claro, ni Walter ni D'Angelo quería entender eso.
Bueno, volviendo al tema, yo me había quedado mucho tiempo en busca de un nuevo apartamento, porque la idea de tener una casa no terminaba de agradarme, por otro lado, mi sueldo ya había llegado a su límite, por lo que ganaba bastante más, sin mencionar que continuaba teniendo la caja de ahorros, así que podía permitirme algo bueno, y no, no quería un alquiler, quería algo propio, y por supuesto que lo conseguí.
Con mucha suerte y luego de horas y horas de búsqueda, había encontrado uno a veinte minutos de las oficinas gubernamentales, amplio, cómodo, con dos dormitorios, un living hermoso, y con una vista bastante agradable, era simplemente perfecto.
Así que aquel fin de semana, Jamie había venido a la ciudad, y junto a James, los tres hacíamos la mudanza desde mi antiguo lugar, al nuevo.
Era extraño ver cómo el sitio comenzaba a vaciarse, tenía muchos recuerdos allí, y no me refería a los que involucraban al innombrable, por supuesto que no, me refería a momentos con Jamie, o con Mycroft, momentos realmente lindos, cada parte de ese lugar tenía algo, y si bien me había mudado un par de veces a lo largo de mi vida, aun así, se sentía extraño dejar todo atrás, e iniciar un nuevo ciclo en otro lado.
—Tú y Mycroft—dijo James mientras levantaba una caja en mi antiguo apartamento—siempre me toman para sus mudanzas, y jamás son pocas cosas, hasta en eso quedan bien juntos.
—¿Qué quieres decir? —pregunté mientras lo veía, porque solo Jamie sabía aquello, y ella no hablaba con James, pues no se conocían.
—Alice, vamos—él era uno de los pocos que podía saber mi nombre dentro del trabajo, ya que no había peligro real—seré algo lento en ocasiones, pero no soy idiota.
—¿Es tan evidente? —pregunté notando como mis mejillas se teñían de rojo, algo que estaba pasando mucho por esos tiempos, en especial cuando se trataba de Mycroft.
—¡Sí! —dijeron ambos chicos al unísono.
—A ver, Alice, te amo y lo sabes—dijo Jamie mientras caminaba hacia mí—y por eso puedo decirte que; cada que hablamos de Einstein, tus ojos brillan, o cuando él está contigo, no puedes evitar sonreírle constantemente, sin mencionar que te ríes de cada uno de sus chistes—y riendo agregó—y sus "queridas", logran que te derritas por completo, y lo digo enserio, te mueres cada que lo hace.
—No podemos culparla, Jamie, ¿Quién no caería rendida ante esa voz grave y ese paraguas?
—¡Oye! —lo regañé, aunque en el fondo él tenía razón, cada que esa voz me hablaba, lograba que todo en mi cuerpo se alborotase por completo—. Lo del paraguas es adicional, al menos la lluvia no es un problema cuando salimos a almorzar.
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A Un Escritorio de Distancia
FanfictionMycroft Holmes, una persona a la que denominan: "el hombre de hielo", se ve obligado por su trabajo, a contratar un asistente personal, y es aquí cuando ella llegará a las oficinas, quedando a tan solo; un escritorio de distancia el uno del otro. C...