Anthea.
"Te necesito..." esa miniatura seguía enfrente de mí en la pantalla, y por más que intentaba no alterarme, era inevitable no hacerlo, porque sí, él había confesado extrañarme la otra vez en la llamada, pero esto era diferente, porque ahora él no estaba drogado, ni ebrio, ni bajo la influencia de nada que alterara su razón, o al menos eso creía.
Intenté calmarme, y tomando valor, dirigí mi dedo tembloroso al dispositivo, deslicé la pantalla de bloqueo, aún sin estar lista para lo que se podría proyectar del otro lado. Había pasado la noche con él para darle algo de apoyo con respecto a la situación de su hermano, había pasado un mes entero desde eso ¿y ahora yo recibía un mensaje de aquella talla? No sabía qué esperar, tenía miedo del cómo continuaría, ¿y si había un "Te necesito, pero esto ya no puede ser más" ¿o incluso cosas peores? Después de todo, eran posibilidades reales, que no fuesen buenas, era otro tema.
Sin dejar todo aquello de lado, abrí el mensaje, ansiosa, asustada, nerviosa, feliz, mil emociones me atravesaban, siendo todas muy distintas entre sí.
Cielo: Te necesito en el Club Diógenes, dejé algo sobre mi escritorio y si lo pasas a recoger me harías un gran favor, muchas gracias.
Si lo hubiese tenido en frente en aquel momento, sin dudarlo hubiese golpeado su arrogante rostro con su propio paraguas, rematándolo una vez que estuviese en el suelo. Aunque si lo pensaba bien, él no tenía la culpa de que yo me ilusionara como una estúpida.
"No, alto, ¡sí la tiene! ¿¡Quién diablos comienza un mensaje con "te necesito"!? Y más si el mismo va dirigido a la 'expareja' de uno".
Con lo que respectaba al pedido, yo no tenía ganas de moverme de mi casa un domingo, pero si él no iba a por ese "algo", seguro se debía a estar con trabajo en su casa, aparte de que Mycroft seguía siendo mi jefe, así que estaba obligada a cumplir sus órdenes, y si bien yo tenía los fines de semana libres de la oficina, debía estar al tanto del teléfono por si él necesitaba algo, como sucedía en aquella oportunidad.
Yo: Voy en camino...
Agradeció nuevamente, mensaje el cual no contesté, y enseguida de eso, me puse en marcha hacia el club. Tenía llave tanto del club como de la oficina, ya que Mycroft había dejado explícito que yo podía entrar y salir cuando quisiera, y a Mycroft Holmes eran pocos los que le hacían frente sin tener consecuencias luego, así que aquellos ancianos arrogantes que administraban el lugar, tuvieron que tragarse sus palabras y aceptaron darme copias de las llaves y de no meterse en mi camino para quejarse del ruido de mis tacones cuando yo entrase o saliese. Siempre que recordaba esa conversación sonreía, más que nada porque recordaba el tono pasivo agresivo que Mycroft había mostrado a la hora de hacer sus pedidos, logrando miradas molestas hacia su persona, miradas que mi jefe no le interesaron.
Pero siguiendo con el tema, bajé hasta el estacionamiento del edificio con las llaves de mi auto en la mano, iba jugando con las mismas, haciéndolas girar mediante mi dedo dentro del llavero, provocando un ruido con eco en las paredes del sitio. Nadie más estaba allí, y no los culpaba, nadie solía salir los domingos a la tarde, la mayoría se iba los viernes o simplemente se quedaban en casa todo el día, envidaba a estos últimos.
Subí a mí viejo automóvil y encendí el motor, el cual obedeció sin problema alguno, para mi buena suerte, mi coche jamás me había dejado tirada en la ruta, algo que agradecía. Pero bien, salí del lugar y conduje por las calles ya más tranquilas de la ciudad, si bien había tráfico, no era tanto comparado a los días hábiles, así que se podía decir que, en los fines de semana, había una disminución en el barullo constante.
Llegué al club y me dirigí a la planta alta, interrumpiendo la paz de aquellos hombres con el sonido de mis pasos, pero no podían quejarse, peor era cuando usaba tacones, tampoco era para que me agradecieran, simplemente quería remarcar que la situación siempre podía empeorar.
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A Un Escritorio de Distancia
FanfictionMycroft Holmes, una persona a la que denominan: "el hombre de hielo", se ve obligado por su trabajo, a contratar un asistente personal, y es aquí cuando ella llegará a las oficinas, quedando a tan solo; un escritorio de distancia el uno del otro. C...