32. Nuevamente en casa

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Anthea.

Esperábamos en el aeropuerto junto con Walter y D'Angelo, aguardando a que Mycroft llegara en compañía de su hermano. Quien, luego de dos años, por fin había logrado acabar con la red del profesor James Moriarty.

Pero dejando a Sherlock de lado, yo estaba algo nerviosa por otro tipo de reencuentro, mal o bien, hacía más de un mes que no veía a Mycroft, y si bien él se había comunicado para informar sobre la misión, no era la mismo, aunque aquel tiempo separados, me había ayudado a confirmar aún más mis sentimientos por él, ya no tenía ni la más mínima duda, definitivamente lo amaba.

—Lindo día para que Sherlock vuelva, la lluvia parece que no se detendrá—comenté en voz alta dentro del vehículo, debía distraerme, o los nervios me carcomerían.

—Bueno, al menos Londres lo recibe—respondió Walter mientras sonreía, y haciendo contacto por el espejo, cambió rotundamente el tema, algo que no me llamó la atención, después de todo, me sorprendió mucho que aguantara tanto tiempo sin curiosear—. Por cierto, ¿tú y Mycroft se encuentran bien ahora?

—Sí, creo que hablo por ambos cuando digo que los dos se veían más con el trato de siempre durante la última semana que Mycroft estuvo en Londres, porque para ser sinceros, ustedes estuvieron realmente distantes durante más de dos meses—si Walter era sutil, D'Angelo era su contraparte, pero no podía negar que les tenía un gran cariño a ambos, y que, de alguna manera, las preguntas o aportes de los dos, eran una gran ayuda y entretenimiento.

Pero bien, intenté apagar todas las ideas que viajaron a mi mente después de esos comentarios, había sido muy complicado mantener nuestra reciente relación en secreto, no solo a ellos, sino también a Jamie, ella se había mudado conmigo hacía no mucho, para así estar más cerca de James, y al estar buscando trabajo, tenía mucho tiempo libre en casa, por lo que ayudaba en todo lo que podía dentro del apartamento, cocinando, limpiando, el tema era que cada que yo llegaba, me preguntaba por todo, y más aún dado que había visto que yo me encontraba notoriamente más emocionada luego de la cita con Chris, así que sus preguntas sólo aumentaban, aunque claro, Chris no tenía nada que ver con mi buen humor.

—Sí, más o menos volvimos a tener el trato de antes—respondí a ambos hombres, intentando mostrar el tono más trivial que puede hallar mientras evitaba mirarlos, y en cambio, centraba mi atención en la gente que corría bajo el aguacero que se había presentado de forma inesperada, como era habitual en Londres.

—¿Más o menos? —preguntó Walter sonando confundido mientras fruncía el ceño.

—Así es, digamos que hubo ciertos cambios.

—¿Cambios positivos o negativos?

"Ay, D'Angelo, ni siquiera intentas disimularlo, y créeme que me encanta".

—Positivos, muy positivos—sonreí, qué más daba, ellos lo sabrían en algún punto.

Ambos hombres se vieron entre sí, y una sonrisa cómplice se les formó a cada uno, no era necesario que yo dijese ni una sola palabra más, ambos tenían la respuesta correcta, quizás no por completo, pero ya podían comenzar a conectar las piezas.

Llevé mi vista a la ventanilla nuevamente, viendo directo hacia la pista de aterrizaje, y los pensamientos comenzaron a fluir en mi cabeza.

Si bien ahora solíamos tener más cercanía en muchos sentidos, era un tono tranquilo, durante la semana que estuvimos juntos, Mycroft jamás intentó ir más allá de un beso luego de terminar la jornada laboral, e irnos cada uno casa, de hecho, aquello era lo máximo que habíamos hecho, y más allá del trabajo, tampoco nos habíamos visto a solas en otro sitio, nuestra vida continuaba siendo la misma, solo que éramos algo más que jefe y asistente. Y no me quejaba, me gustaba ese tono tranquilo, no quería apurar las cosas, y menos con él.

A Un Escritorio de DistanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora