42. Noticias y; ¿Qué es esto?

418 29 15
                                    

Íbamos en el coche, camino a una reunión, mientras tanto, Walter y D'Angelo conversaban en un volumen bajo en los asientos delantero, aquello ya era un hábito, ambos disfrutaban bastante de esas charlas sin importancia, bueno, después de todo, se conocían hacía años, era normal que existiese confianza entre ellos, y como a mí no me molestaba, ellos solían charlar entre viaje y viaje.

—Cielo—oí que Alice me llamó, porque sí, dentro del automóvil o en la oficina, nos habíamos permitido ciertos apodos, y cabe aclarar que, con ese llamado, también culminó la conversación de los otros dos—. Jamie y James vuelven a casa en unos días, ya sabes, de la luna de miel, y quieren que vayamos a cenar, ¿Qué opinas?

Cambié mi vista desde la ventanilla hasta el mango de mi paraguas, girando el mismo con mis dedos.

—¿Tú deseas ir? —ella me dio una respuesta afirmativa.

—Aunque claro que, si tú no tienes ganas, está bien, podemos dejarlo para otra vez, entiendo que quizás estamos saliendo mucho últimamente y eso te...

—No, no—la corté—si quieres ir, vamos a ir, tú has hecho muchas cosas por mí, es mi turno de devolver el favor.

—Gracias—sonrió—es el martes a las ocho.

Asentí y devolví mi vista a la ventanilla, observando cada cartel que pasaba a mi lado, prestando atención a la gente que siempre andaba apresurada por las calles de Londres, muchas veces por motivos claros y otras por simple costumbre.

Alice siempre hacía cosas por mí, como continuar esperándome, porque yo sabía que aquello cada día se le dificultaba más, y no podía culparla, era una necesidad normal, de hecho, me sentía algo mal conmigo mismo por no poder hacerlo, y si bien estaba intentando acercarme más físicamente, para ir acostumbrándome, de igual manera me era algo difícil.

• • •

Los días habían pasado con tranquilidad, y cuando quise ver, ya era martes, y no mentiría, aquel día había sido realmente agotador, ambos habíamos terminado sumamente exhaustos, pero aun así no cancelamos la invitación, sólo comunicamos que llegaríamos más tarde, después de todo, ambos chicos parecían bastante insistente en que fuéramos.

A la noche, cuando llegamos a la finca, nos duchamos, cambiamos, y aunque el agua me había relajado un poco, seguía bastante rendido. Una vez acabado todo eso, tomamos rumbo a la casa de los recién casados, y algo me decía que aquella invitación tan apresurada, guardaba algo más.

—¿Estás muy cansado? —me preguntó Thea desde el asiento del acompañante mientras yo conducía.

—No diré que no lo estoy, pero puedo aguantar—respondí sin quitar la vista del camino, sintiendo como ella se movía para previamente recostarse en mi hombro—. Gracias por preocuparte, cariño—le respondí de la forma más dulce que pude permitirme, provocando una pequeña curvatura en sus labios—. ¿Tú estás muy cansada?

—Menos que tú—respondió juguetona—pero sí que lo estoy.

—¿Podrías quedarte en casa hoy?

"Así podré dormir mejor".

—Claro, aparte, la noche está algo fría, por lo que me vendrían bien tus brazos rodeándome—sonreí, más que nada porque sí que la abrazaba siempre, me era inevitable no hacerlo, me producía calma y hacía que mi sueño fuese más profundo—. Cambiando el tema, creo que esos dos ocultan algo, no es normal nos inviten enseguida de volver.

—Pensaba lo mismo, y creo saber de qué se trata.

—Sí, ambos creemos saber de qué se trata—dijo con orgullo, sin en ningún momento apartarse de mi hombro.

A Un Escritorio de DistanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora