12. Nadie la conoce mejor que él

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Era un día agradable, el sol estaba presente, había un cuelo casi que despejado, y no pronosticaban lluvia esa semana, por lo que sí, se podía decir que era un lindo día.

Ambos decidimos caminar hacia una cafetería cercana para almorzar algo pasado un tiempo del medio día. Yo no poseía gran apetito en ese momento, pero aun así decidí acompañarla, más que nada porque aquello se había vuelto ya una costumbre bastante recurrente entre nosotros, era normal que ambos fuésemos a almorzar juntos, así que me sentía extraño si no la acompañaba, aparte, aquella era una buena distracción de la oficina.

Al llegar, nos ubicamos en la mesa de siempre, aunque en aquella oportunidad, Alice observaba bastante su móvil, más de lo usual, veía cómo le sonreía al mismo mientras tecleaba, no me molestaba, pero me sentía algo ajeno al momento.

—¿Y cómo van las cosas con Tim? Si no mal recuerdo ese era su nombre—comenté para no seguir con aquel silencio, Alice levantó su vista y me miró algo extrañada, definitivamente no se había esperado esa pregunta, pero aun así continuó con la conver...

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—¿Y cómo van las cosas con Tim? Si no mal recuerdo ese era su nombre—comenté para no seguir con aquel silencio, Alice levantó su vista y me miró algo extrañada, definitivamente no se había esperado esa pregunta, pero aun así continuó con la conversación.

—Bien, él es buen chico, se esmera por ser lindo conmigo—y enseguida de eso, regresó su vista hacia su celular, sonriendo ante el mismo.

—¿Qué sucede?

—Nada importante, es que él dijo que adivinaría mis flores preferidas y me regalaría un ramo de ellas, aun lo está intentando, y por el momento no pareciera tener éxito.

—No existe el "adivinar", los datos pueden ser deducidos por pequeñas insinuaciones, pistas, o bien se descubren por motivos externos, pero no puedes adivinar, ya que tal acción no existe ante la lógica que yo tanto resalto y respeto—comenté luego de pedir la orden para ambos, pues ella solía ordenar tan solo tres platos, así que siempre resultaba ser uno de esos.

—Está bien, está bien—rodó sus ojos achocolatados lejos de mí—aun así, es alguien muy tierno conmigo, y atento, me agrada bastante.

—Mientras te agrade y te trate bien—comenté con algo de desagrado, no sabía por qué razón, pero ese tal Tim Burgess no me caía para nada bien, y no entendía el motivo para ello, era como si mi cerebro me diera indicios de algo, como si una intuición se manifestara, por más estúpido que aquello pudiese sonar viniendo de mí.

"¿Por qué me cae mal si ni siquiera lo conozco? Es absurdo, y más precisamente ¿por qué siquiera me interesa su mera existencia? Bueno, en parte sí puedo responder eso, y es que Alice me preocupa. ¡Alto! ¿Alice me preocupa? ¿Será acaso que estoy celoso? No, por favor, eso sería absurdo, ¿o no lo sería?".

Intenté apartar aquellos pensamientos de mi cabeza, no debía hacerme ideas erróneas, lo mejor era tratar aquello con la mente fría, y aquel no era el momento.

Pasé a hacer sonar la madera de la mesa con mis dedos, dando ligeros golpecitos para distraerme, mi madre podía llegar a tener razón cuando decía que solía ser igual que Sherlock en algunos momentos, pero jamás admitiría eso, y menos ante ella.

A Un Escritorio de DistanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora