Anthea.
Habíamos vuelto de nuestras vacaciones, hacía unos pocos días que nos habíamos reintegrado al trabajo, y el mismo no se hizo de rogar, básicamente, volcaron sobre Mycroft, todo el trabajo de la semana que estuvo ausente, lo cual me parecía injusto, después de todo, alguien más solía cumplir con esas tareas cuando mi jefe no estaba por cuestiones externas, pero claro, como esta vez su ausencia se debía simplemente descansar, a algunos miembro de alto cargo, no les agradó que el hombre tuviese una pausa de su labor constante. Todo aquello había desembocado en que Mycroft estuviese nuevamente estresado, y si bien yo intentaba ayudarlo y serle de apoyo, no era mucho lo que podía hacer por él.
Pero bien, aquel día me encontraba en la oficina gubernamental, y Mycroft no se encontraba allí en aquella oportunidad, pues una junta había sido creada de urgencia, y su presencia fue requerida de manera inmediata, por lo que junto a Walter y D'Angelo, se marcharon en dirección al club Diógenes, dejándome sola en las oficinas gubernamentales.
Estaba haciendo mi trabajo habitual, cuando unos golpes en la puerta anunciaron que alguien estaba próximo a entrar, pero no me dio tiempo a siquiera dar la señal para que pasara, puesto que el individuo, y quienes lo acompañaban, abrieron la puerta y se metieron sin pensarlo en mi oficina.
El sujeto principal, quien parecía estar al mando, era alto, de traje azul con una corbata color rojo, y llevaba dos guardias con él, guardias que me rodearon, revisando qué era lo que yo hacía, yendo por mi espalda, algo que me alarmó bastante.
Regresé mi vista al primer hombre, el mismo miraba el lugar, inspeccionando todo con su mirada, para finalmente bajar la cabeza y limpiar sus lentes con un pañuelo.
—¿Puedo ayudarlo? —pregunté provocando que levantase su vista hacia mí, tenía intensos ojos azules, pero no un azul como el de Mycroft, estos eran fríos, inexpresivos, penetrantes hasta el punto de incomodar, bueno, todo él lucía así, y no me agradaba.
—Depende—soltó con un tono seco y pausado—¿es usted la zorra a la que el señor Holmes denomina de forma cariñosa; "su asistente" y "pareja"?
Una muy leve sonrisa de triunfo se formó en sus labios finos mientras veía mi confusión. Acortó la distancia entre nosotros, parándose de frente a mi escritorio y apoyando sus manos sobre el mismo, para luego tomar una silla y quedar más cerca de mi persona.
—Veo que Mycroft no le habló de mí—comentó en el mismo tono que había mostrado antes—me presento, mi nombre es Charles Augustus Magnussen, y me disculpo por mi vocabulario anterior, solo era una broma.
"Charles Augustus Magnussen, o C.A.M. Esas siglas las conozco, he respondido correos a esas siglas, ¿es este imbécil?".
El hombre estiró su mano para concretar un saludo, pero yo me mantuve rígida, como si algo me dijese que no extendiera mi mano hacia él, que aquello no era buena idea, pero él seguía con la suya hacia mí, y parecía que no la iba a quitar hasta que yo cediera, así que temblorosa y desconfiada, levanté mi mano de sobre mi laptop para dirigirla hacia él.
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A Un Escritorio de Distancia
FanfictionMycroft Holmes, una persona a la que denominan: "el hombre de hielo", se ve obligado por su trabajo, a contratar un asistente personal, y es aquí cuando ella llegará a las oficinas, quedando a tan solo; un escritorio de distancia el uno del otro. C...