39. Un pequeño problema

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Ya pasaba un tiempo considerable desde que estábamos juntos, así que era normal que existiesen besos que eran seguidos por alguna que otra caricia, abrazos bastante recurrentes, o cosquillas hacia el otro mientras estábamos en la cama, claro, en la oficina el trato continuaba siendo enteramente profesional, después de todo, el trabajo era un área bastante delicada, sin mencionar que tampoco había necesidad alguna de llamar la atención allí.

Pero el punto, era que ambos comenzábamos a tener más cercanía física, algo que claramente, terminaría desembocando en cierto contacto importante dentro de una relación de pareja.

Aquella vez, no estábamos en la oficina. Era de noche y ambos nos encontrábamos en el apartamento de Alice, una película se mostraba en la televisión, aunque ninguno de los dos parecía mostrarle verdadera atención a la misma, si bien nuestros ojos estaban fijos en la pantalla, digamos que la mente no estaba centrada en eso. Thea descansaba en mi pecho, con sus piernas flexionadas a un lado de mí sobre el sofá, y sus dedos formaban círculos sobre mi camisa al tiempo que yo acariciaba su cintura.

El silencio reinaba entre los dos, siendo la televisión la única que emitía algún tipo de ruido, ruido que ninguno parecía oír.

Ella se acomodó mejor contra mí, a la vez que se ubicaba más cómodamente en el sofá, haciendo que mi mano se cayera de su cintura a más allá de su espalda baja, algo que logró darme un pequeño sobresalto.

—Lo siento—me disculpé para enseguida apartar mi mano.

—Descuida, no es nada—restó importancia, aunque noté cómo sus mejillas se tiñeron de una leve tonalidad carmesí, por más que intentó ocultarlo, lo noté.

Si bien ella dijo que no importaba, me quedé algo incómodo luego de haberla tocado en cierta área, , es decir, no me había molestado, en lo más mínimo, incluso me gustó hacerlo, después de todo, ella sí me despertaba cierto deseo, pero no sabía si sentirme de aquella manera era correcto, después de todo, nunca habíamos hablado sobre ese asunto, ni siquiera la vez que dormí solo en ropa interior, nosotros simplemente no habíamos querido tocar el tema, incluso, me atrevía a decir que hablábamos más sobre mi vida sexual antes de ser pareja, así que si bien ambos sabíamos que aquello sucedería en algún punto, no pensábamos en eso como algo próximo, o quizás sí.

—Hey—me habló Anthea mientras se separaba de mi pecho y me miraba—tranquilo, no tienes que alterarte o avergonzarte por esto, solo fue un roce.

—No estoy alterado—respondí mientras ella me miraba, mostrando un gesto de obviedad.

—Mi amor, tu respiración se agitó, y siento cómo tu corazón late bastante más rápido de lo usual, sin mencionar que evitas verme—y suspirando con paciencia, dijo—no me sentí incómoda por lo que pasó, no tienes que angustiarte por eso—asentí con leve sonido, aunque no del todo convencido—. Anda ven, quiero un beso para saber que estamos bien.

—De acuerdo—me giré y ella tomó mi rostro, besándome y pasando sus dedos entre mi cabello con cariño, yo coloqué mis manos en su cintura, como había hecho tantas veces, pero cuando quise ver, la estaba jalando con suavidad hacia mi cuerpo, aferrándome con fuerza de ella, si bien en un inicio intenté relajarme y soltar su cintura, terminé por ignorarlo ese pensamiento y seguí con lo que estábamos.

Poco a poco, dicho beso se fue tornando apasionado, necesitado del otro, me fui recostando hacia atrás en el sofá, apoyando mi espalda contra el apoyabrazos, y a su vez, Alice se fue subiendo a horcajadas sobre mis piernas, pero eso no fue lo que me sorprendió, no, lo que verdaderamente me asombró, fue el hecho de que la dejé hacerlo, dejé que se subiera sobre mí y descansara su cuerpo sobre el mío, o mejor dicha, su cadera, y aquello no me molestó, la sentía a la perfección, y simplemente continué, no protesté, no la detuve, simplemente seguí con lo nuestro, porque no iba a mentir, se sentía muy bien el tenerla de esa manera sobre mí .

A Un Escritorio de DistanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora