44. ¿Continúa siendo dulce?

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Anthea.

La luz que daba por una de las ventanas del dormitorio hizo que me despertara, si bien las cortinas estaban corridas, eso no evitaba que los rayos del sol se colasen por una pequeña sección, dando de lleno en la cama. Me removí mientras me desperezaba bajo las sábanas, tal como un gato lo haría, y una vez que destensé mis músculos, volví a estar más relajada, notando cómo dos orbes azules me observaban con curiosidad desde el respaldo alto de la cama, lo miré y noté su teléfono apoyado sobre su regazo, con una página de internet abierta, seguramente siendo el diario con las noticias de la mañana.

—Buenos días.

—Buenos días—devolvió con esa voz grave que portaba cada mañana al despertar, y que simplemente amaba oír.

— ¿Pudiste dormir bien?

—Sí, bastante bien—respondió inexpresivo como siempre, aunque se notaba más calmado y relajado de lo usual.

"Vamos, Myc, ayer por la noche no estabas tan frío conmigo".

Tomé la sábana al tiempo que me comenzaba a sentar a su lado con algo de dificultad, porque sí, digamos que después de la noche anterior, había ciertas dolencias en algunas partes de mi cuerpo, especialmente en la parte media.

A medida que recostaba la espalda contra el respaldo, cubría mis pechos con las sábanas que anteriormente había tomado, porque si bien él había visto, tocado, besado e incluso lamido mis pechos durante la noche, me daba cierto pudor que me viese desnuda ahora, era algo bastante tonto, lo sabía, pero de igual manera allí estaba, completamente desnuda, en la misma cama que él, cubriéndome para que no me viese.

—¿Tú dormiste bien? Es decir, pareciera que sí, pero no está de más preguntar—habló sin apartar la mirada de su celular, llevando los anteojos de lectura puestos, los cuales se le veían bastante bien realidad, porque para su suerte, solo los necesitaba para eso; leer.

—Sí, muy bien—seguí mirándolo, se veía realmente calmado y relajado, era una imagen agradable, aunque se apartaba bastante del Mycroft que conocía, este genuinamente estaba calmado, no solo por cortesía o buenos modales—. ¿Sabes? Llegué a pensar que no estarías aquí en la mañana, sé que suena tonto, pero una pequeña parte de mí lo creyó así.

Lo vi reír por primera vez en el día, girando su vista hacia mí, y con un tono divertido contestó.

—Sí, bueno, creo que es hora de confesarlo, todo esto en realidad fue un plan para llevarla a mi cama, esta casa no es mía, mi nombre tampoco es "Mycroft", el enamorarla, todo fue parte de un cuidadoso plan, incluso el no sentirme listo, mi familia son actores pagados, es más, su exnovio fue también contratado, es decir, nadie puede ser tan imbécil ¿no? Todo era parte de un malvado proyecto para acostarme con usted, señorita Hoffman—dramatizó, haciendo que lo golpeara jugando en su brazo—y ahora al fin logré mi objetivo.

—Eres cruel—sonreí, era inevitable que él no tuviera esa clase de humor de vez en cuando

—Aunque ahora creo que me enamoré, así que seguiré con la farsa un tiempo más, espero no le moleste.

Negué con la cabeza, viendo que él comenzaba a removerse en la cama para levantarse, aun estando por completo desnudo.

Mycroft se sentó en el borde de la cama, con la sabana cubriendo su entrepierna, en aquel momento no le presté atención a todo su torso desnudo, sino más bien un bulto que se marcaba bajo dicha sabana, aquello despertaba mucho más el interés en mí.

Vi cómo él buscaba algo por el suelo, y enseguida supe de qué se trataba.

—Tu ropa interior está por allí—señalé el suelo, cerca de la ventana, y me deleité en saber que no llegaría a menos que se parase.

A Un Escritorio de DistanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora