Salía del apartamento del inepto de mi hermano menor, iba sobándome el brazo, el cual parecía que había estado a punto de dislocarse luego de que Sherlock lo torciera por un mero capricho infantil de poderío, y claro que, en el área de confrontación física, él siempre obtuvo un mejor puesto que yo.
Pero aquello no era lo que me preocupaba, Sherlock se estaba metiendo en un terreno peligroso, Magnussen no era como el resto de personas con las cuales él se había enfrentado en el pasado, este hombre era distinto, y no temía usar un juego más sucio para ganar, no dependía de nadie, y a diferencia de sus adversarios; no contaba con un "punto de presión", como el mismo Magnussen disfrutaba de decirle a aquellas debilidades.
Entré al automóvil, solo para que otra clase de dolor me diera al ver a Anthea sentada en su sitio de siempre, cambié mi vista de ella y le indiqué la dirección a Walter, para luego recostarme aun sobando mi brazo acalambrado y adolorido.
Walter y D'Angelo, dibujé en mi mente, ellos seguro sabían que las cosas entre mi Thea y yo no iban bien, aunque no dijesen nada, a ellos no se le escapaba ni una cuando se trataba de mi vida, más aún a Walter, el veterano siempre estaba al tanto de absolutamente todo, aunque no dijese ni una palabra.
Intenté colocarme el cinturón de seguridad, pero me era algo complicado gracias al brazo previamente maltratado.
—Déjeme lo ayudo—la escuché decir mientras se estiraba un poco sobre mí, dejando su cuerpo cerca del mío, mientras sus manos jalaban y abrochaban el cinturón—listo.
—Gracias—hice un esfuerzo más que grande y contuve las gana de llamarla "cariño, cielo," o siquiera "querida", aquello ya no corría más entre nosotros, al menos no en aquel momento, pues ambo necesitábamos un poco de distanciamiento, más que nada yo, necesitaba pensar qué era lo que en verdad quería, y también la forma en la que se lo comunicaría cuando finalmente tomara una decisión.
Luego de un rato llegamos al club, pero solo yo me quedaría allí, pues necesitaba un tiempo para pensar, así que Anthea, seguiría hacia las oficinas gubernamentales.
Me ubiqué en mi lugar preferido, cerca de la ventana, viendo justo hacia la calle, aquella vez no quería leer, sólo pensar, meditar en todos aquellos temas que requerían mi atención. Traté de ignorar el más notorio, el de mis sentimientos, y me centré principalmente en mi hermano, no quería que metiera sus narices en un problema como Magnussen, aquello no acabaría bien en ninguna medida y para nadie, pero mi querido hermano era terco y no cambiaría de opinión tan solo porque yo se lo pidiera, de hecho, el que yo le haya exigido abandonar el caso, seguramente lo había potenciado aún más a continuar en el mismo.
"Bueno, que él sea terco deja en claro que sí tenemos cosas en común".
Sherlock se estaba metiendo en la boca del lobo, habiendo sido previamente avisado por mí.
• • •
Una vez que volví a mi oficina principal en el edificio gubernamental, tan sólo me centré en averiguar información sobre un tema en específico; Magnussen y su nueva sentencia, y en vigilar un poco los pasos de mi hermanito, tan solo por seguridad, confiaba en John, después de todo, él me había llamado en la mañana, pero era mejor prevenir.
Ahora bien, aun con todo aquel trabajo, con todas aquellas responsabilidades; Thea no salía de mi cabeza, ella siempre estaba presente, cada ruta me guiaba a ella, era molesto, porque yo realmente me esforzaba en dejar el tema de lado al menos durante el trabajo, ya su ausencia en la finca hacía que se me presentasen dilemas, no hacía falta cargar con esos asuntos también en la oficina.
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A Un Escritorio de Distancia
Fiksi PenggemarMycroft Holmes, una persona a la que denominan: "el hombre de hielo", se ve obligado por su trabajo, a contratar un asistente personal, y es aquí cuando ella llegará a las oficinas, quedando a tan solo; un escritorio de distancia el uno del otro. C...