16. Nuevo empleado, nueva oficina, nuevos sentimientos

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Al fin había podido conseguir la sala en el Club Diógenes para poder trasladar parte de la oficina gubernamental allí, y conseguir aquello me había costado más de lo que creí, no pensaba que me iba a ser tan complicado, después de todo, yo era uno de los hombres más importante dentro del club, por lo que me resultó extraño cuando negaron mi petición inicial, aunque claro, no hizo falta mucho más que una generosa donación extra para que los encargados cedieran ante mí.

Pero siguiendo, por supuesto no me iría solo, Alice también mudaría parte de su oficina para allá, lo cual era bastante bueno, ya que me agradaba tener su compañía, sin mencionar que ella no debía estar tan lejos de mí, pues mi agenda era modificada varias veces en el correr del día, aparte de que ella solía estar conmigo en juntas que no fueran tan específicas o importantes.

Así que, a primera hora de la mañana, y con ayuda de los agentes Tyler y D'Angelo, comenzamos a mudar cajas y más cajas repletas de información, desde la oficina gubernamental, hacia las nuevas oficinas del club Diógenes, algo que resultó bastante tardado y tedioso.

Luego de ir y venir tantas veces, yo me encontraba ya sin la chaqueta, depositando un paquete en el piso de mi oficina, justo lo dejaba en el suelo y me disponía a bajar nuevamente las mangas de mi camisa cuando sentí una mirada en mis brazos, busqué de dónde provenía, y encontré a mi asistente de pie en la puerta, con sus ojos clavados en mí.

—¿Hola? —la saqué de su trance con una sonrisa de lado.

—Ah, hola—contestó mientras levantaba la vista de mis brazos—¿esa fue la última caja?

—No, quedan algunas más que James y Valentino traen en camino ahora, luego sólo quedará ordenar todo en su lugar, algo que me temo nos llevará otro día de trabajo.

Ella asintió mientras pasaba de la puerta hacia adentro. Noté como observara todo, y mientras lo hacía, yo me ubiqué en el sofá que allí había, estaba en verdad rendido por todo el trabajo hecho, y el que aún no se realizaba, sin mencionar que jamás había sido un fanático de la actividad física, por lo que llevar cajas y cosas de un lugar tras otro durante una jornada de ocho horas, no había sido muy placentero.

—Esta oficina—comentó llamando mi atención—es, por decirlo de un modo, hecha a tu gusto ¿No es así?

—Algo así, es un estilo que me agrada, sí.

—Tiene un toque de villano—dijo divertida mientras se sentaba a mi lado, dejándose caer con cansancio, después de todo, yo no era el único que había estado trasladando cosas.

—Muy graciosa—sonreí sarcástico mientras la miraba, levantando mi brazo del respaldo del sofá, no quería incomodarla con mi brazo tras sus hombros, aunque a ella no pareció molestarle aquello—y no le veo ese toque.

—Ay, por favor, sólo mírala, perfectamente podrías interpretar a Número uno en esta sala, sólo te faltaría el gato, porque la organización criminal seguro que si la buscas, la tienes.

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A Un Escritorio de DistanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora