5. Cuidados

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Dedicado a: @aneutormenta88

Parecía ser un día normal, el viento soplaba con calma haciendo rechinar los bordes de las ventanas, y un aire frío invadía todos los rincones de Londres, obligando a la gente a sacar sus abrigos y bufandas a la hora de enfrentarse a la calle, evitando estar afuera el mayor tiempo posible.

En lo que respectaba al trabajo, no había pedidos, papeleos, ni archivos que necesitasen atención inminente por mi parte, así que luego de planteármelo, le pregunté a mi querida asistente si le parecía buena idea salir a almorzar, ya que últimamente, era habitual que fuéramos juntos, porque por más que hubiese frío, que en Londres no estuviese lloviendo, ya era un gran logro y buena oportunidad para salir de la oficina un rato.

Caminábamos a la cafetería de siempre, y mientras tanto, ambos íbamos jugando a sacar deducciones, era divertido, porque si bien ella no era tan buena, sí que lograba darme alguna sorpresa de vez en cuando.

—A ver, qué puede decirme de la anciana de allá—señaló ella con un pequeño gesto de su cabeza una vez que nos hubimos sentado en nuestra mesa.

—Bueno, no hay mucho que decir—le di un corto vistazo a la mujer, no había cosas realmente interesantes ella, pero aun así no era un mal objetivo—bastante cercana a su familia, posiblemente viuda o divorciada, algo que superó recientemente, y es abuela.

—¿Cómo diablos viste todo eso?

—Tú dime—sonreí con soberbia mientras la veía.

Ella se giró brevemente, dando un vistazo un poco más largo que el mío, analizando todos los puntos.

—Bien, lo de que es abuela no sé por qué lo dices, pero lo de divorciada o viuda creo que sí—comentó regresando su vista hacia mí—supongo viste la marca no bronceada en su dedo anular, lo que indicaría la falta de un anillo, por lo cual dedujiste que, al superar su relación, ahora estaría en busca de alguien más, sin mencionar que no es una mujer muy mayor, seguro no sobrepase los cincuenta y cinco, por otro lado, quizás simplemente olvidó su anillo.

—Bueno, no estuvo mal, aunque es parcialmente erróneo—ella elevó sus cejas mientras me veía, con cierto grado de indignación, el cual se me hizo algo cómico—durante el tiempo que hablabas, noté que en ningún momento ella tocó su dedo en busca de su anillo, y como persona que porta uno—señalé mi alianza en mi dedo anular, la cual era llevada por temas laborales—las pocas veces que no lo he utilizado, he sentido la falta del mismo, e inconscientemente me he tocado esa parte de la mano en busca de algo, por lo que no, ella no olvidó su anillo, simplemente decidió quitárselo siendo consciente de que no volverá a usarlo, por lo que es una relación superada.

—¿Y lo de que es abuela, ¿Cómo lo sabes?

—Oh, trivial —resté importancia con un ademán.

—¡Pero dime! —suplicó con cierta exaltación.

—Por favor, es evidente.

—Para mí no.

—Tan evidente como la pegatina de caricaturas en la parte posterior de su teléfono móvil.

—Presumido —dijo con diversión mientras apartaba la vista de mí.

•••

Cuando volvíamos nuevamente al edificio, mi idea de un día tranquilo se derrumbó como un castillo de arena al que una ola golpea de imprevisto. No pasaron ni diez minutos de haber llegado, que James y su compañera, Carol, arribaron a mi oficina con cajas y más cajas de archivos que debían ser confirmados o denegados por mí persona, todo aquello en un tiempo bastante reducido, debía estar listo para el día siguiente a primera hora de la mañana.

A Un Escritorio de DistanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora