52. Casi desde cero

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Desperté gracias a la alarma que sonaba sin cesar por alguna parte del dormitorio, no me digné siquiera en buscar el lugar de cual provenía el sonido, al fin y al cabo, se detendría por cuenta propia en no mucho tiempo, aplazándose a unos diez minutos más, y tal como dije que pasaría, el ensordecedor sonido se calmó. Ya despierto y sin otra opción que levantarme, estiré mi brazo para sentir a mi pareja a mi lado en la cama, algo que siempre hacía, más ahora que volvíamos a estar juntos, pero enseguida me sobresalté al sentir su lado vacío y frío. Sentándome de golpe en la cama, escudriñé con mi vista por toda la habitación en su búsqueda, pero no la encontré, ella no parecía estar allí.

Comencé a ponerme nervioso, pensando que quizás se había ido, aunque aquello no tuviese mucho sentido dado lo que me había dicho en mi estudio la tarde anterior, aunque la posibilidad de que aquellas palabras fuesen sólo para dejarme tranquilo y lo sucedido en el dormitorio sólo una despedida estaba presente.

"Alice, no, por favor no, no puedo perderte a ti también".

Estaba comenzando a desmoronarme nuevamente, no quería perder a mi hermano, y más encima, también a la mujer que más amaba en mi vida, pero justo cuando mis latidos comenzaban a agitarse, ella salió del baño, secándose el cabello con una toalla y envuelta en mi bata la cual estaba abierta, dejando ver su cuerpo desnudo, cuerpo que portaba algunas marcas de cierta "guerra" que tuvimos en el dormitorio.

Sonreí al ver los vestigios ya violáceos de lo que alguna vez fueron chupetones en sus pechos, y luego de eso, simplemente me volví a dejar caer en la cama, cerrando los ojos.

—¿Pensaste que me había marchado? —preguntó divertida mientras parecía acercarse hasta donde mí.

—A decir verdad, sí, lo creí.

Sentí un cambio de peso en la cama, y posteriormente como alguien apoyaba su torso y brazos cruzados sobre mi pecho, haciendo círculos con su dedo sobre mi piel.

—Pues no es y nunca será así, no me volverás a perder—susurró cerca de mis labios mientras yo abría mis ojos y la observaba—. Olvidemos el error sin dejar de tener en cuenta las consecuencias, ¿te parece bien?

—Me parece excelente—susurré a igual volumen que ella.

Sonrió y besó mi frente, para luego levantarse, dándome dos golpes suaves en mi pecho, diciéndome que me duchara y que ella estaría esperando abajo.

Alice pasó a vestirse, dejando caes la bata y dándome una vista completa de su cuerpo, antiguamente ella solía tener algo de vergüenza de que la viese desnuda más allá de cuando lo hacíamos, normalmente solía cubrirse en las mañanas posteriores a ello, o vestirse en el baño luego de ducharse, pero para aquel entonces, esas inseguridades habían quedado por completo descartadas, algo que me agradaba.

Aparté mi vista de ella y miré hacia afuera, el sol comenzaba a salir, y los primeros rayos del día daban directo en la ventana, la cual tenía la cortina semi corrida, mostrándome la sombra de mi pareja, delineando toda su figura.

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A Un Escritorio de DistanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora