28. Jugando con fuego

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Charlotte me había vuelto a invitar a algo, aquella vez se trataba de una reunión a beneficio de la universidad a la que habíamos asistido, y en la que ella ejercía, por otro lado, también se podría decir que habría una pequeña reunión de ex alumnos de dicho centro, algo que, si bien no me agradaba, no me mataría.

Pero aquella vez sí tenía ganas de asistir, ¿por qué? Bueno, tenía un plan, uno que me ayudaría a quitarme a esa rubia de encima de una buena vez, o al menos eso esperaba.

Charlotte me dijo que debía llevar un acompañante, y que lastimosamente, yo no la podía invitar a ella, aunque claro yo no tenía pensado hacerlo, aquello jamás cruzó por mi mente.

Así que mientras íbamos en el automóvil, le comuniqué a Alice sobre la invitación, pero sin decirle nada acerca de mi plan.

—¿Entonces? —le terminé por cuestionar—¿Me acompañará, señorita Hoffman?

—Para ser sincera, señor Holmes—tomó mí mismo nivel de formalidad en las palabras, aunque su tono fuese bromeando—no me hace ninguna ilusión el volver a ver a la señorita, Cunhigam, pero aún con eso, lo acompañaré.

La miré intentando encontrar rastros de falsedad o compromiso, pero solo vi diversión y sinceridad, ella de verdad me acompañaría por voluntad propia.

—Le agradezco mucho su ayuda—e iba a regresarme a la ventanilla, cuando ella volvió a hablar.

—Por cierto, y regresando al tono más normal con el que solemos tratarnos, en una escala del uno al diez, ¿Qué tan formal debe ser mi vestimenta? Sabes a qué me refiero.

—Por supuesto—dije mientras regresaba mi vista a ella y la observaba—quizás un siete—y viendo que Walter y D'Angelo estaban muy al pendiente de la conversación, sumé—aunque, en lo persona, te verías igual de hermosa con un simple uno.

Noté cómo Alice se acomodaba en su asiento, y cómo sus mejillas adquirían una tonalidad carmesí, todo eso mientras su respiración se volvía más apresurada y nerviosa a medida que intentaba formular una respuesta.

"¿De verdad la puse nerviosa?".

—Gracias, eso fue lindo—logró decir, pero sin verme, sus ojos se encontraban muy lejos de los míos.

Miré hacia los asientos delanteros, viendo como Walter y D'Angelo sonreían entre ellos. Era obvio que ambos sabían que yo sentía algo más que amistad por mi asistente, pues se notaba, sin mencionar que los comentarios de D'Angelo la otra vez, habían sido bastante directos.

Aún con eso, Walter no decía nada, simplemente lo pensaba, aunque yo sabía que tarde o temprano cedería.

• • •

El día había llegado, luego la tarde del mismo, y con ella, la invitación al evento.

Una vez que me vestí y arreglé, llamé a Walter para que pasara por mí, y enseguida de eso, iríamos por el apartamento de Alice. Aquella vez Valentino no iría con nosotros, porque para ser sinceros, no había necesidad, y prefería que el hombre descansara.

Íbamos camino a levantar a mi acompañante, cuando Walter, haciendo contacto por el espejo retrovisor, llamó mi atención.

—Señor Holmes, ¿puedo tener una conversación algo más relajada con usted? —preguntó educado para luego esperar paciente mi respuesta.

—Por supuesto, sabes la confianza que te tengo, Walter.

Luego de que hubiese oído y asimilado mi respuesta, prosiguió su charla.

A Un Escritorio de DistanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora