Anthea.
—¿Estás completamente segura de que deseas ir? —oí preguntar a Mycroft desde el umbral de la puerta del dormitorio, me observaba con los brazos cruzados sobre su pecho y apoyado en el marco.
—Por supuesto que sí—respondí mientras ordenaba mi ropa con cuidado dentro de la maleta.
Había pasado ya una semana desde que Myc me había propuesto matrimonio, y aquello era algo que aún no lograba asimilar del todo. Por más que yo estaba completamente feliz de que él hubiese hecho ese gran paso, seguía siendo extraño, era extraño que un hombre que no había sido capaz de sentir emoción alguna hacia alguien más en toda su vida, ahora me pedía matrimonio luego de cinco años de ser pareja, aquello continuaba siendo algo irreal, pero, aun así, estaba encantada con que hubiese sucedido, porque definitivamente quería eso con Mycroft.
—¿Entonces debo llevarte al aeropuerto mañana? Junto a Jamie y Mary—cuestionó nuevamente mientras analizaba las puntas de sus zapatos.
—Sabes perfectamente que así es—y acercándome a él con un caminar lento y precavido, jalé del cuello de su camisa para que me viese de frente, lo hubiese hecho de su corbata, pero al ser domingo, no llevaba una—y antes de que preguntes nuevamente—jugué con el lino bajo mis dedos, delineando los botones que se hallaban desabrochados—sí deseo ir, y sí iré, Mycroft Holmes.
En su rostro se contuvo una sonrisa ante mis palabras, aquello antes de que yo soltara con exageración las solapas de su camisa y pasara a su lado exagerando mi caminar, rozándolo con mi cadera y notando cómo me veía, siguiéndome con aquellos orbes azules, analizándome, y cuando vi que al fin estaba distraído, lo palmee con fuerza en su trasero, aquello antes de salir huyendo por el pasillo en dirección a la planta baja, notando como se había sobado enseguida del golpe, quizás me había excedido con la fuera, y seguro que se lo cobraría, no iba a permitirme salirme con la mía tan fácil.
Una vez que llegué abajo y me resguardé de la venganza que Myc seguro se iba a tomar, me puse a pensar en los cinco días que me esperaban, aun no creía que Jamie hubiese planeado, con la ayuda monetaria de Mycroft, una despedida de soltera en Paris, una ciudad que habíamos querido visitar desde que éramos adolescentes, y ella lo había planeado para que al fin sucediera, era increíble, aunque sintiese algo de miedo por lo que Jamie y Mary tenían planeado para aquellos cinco días, porque seguro que algo vergonzoso habían organizado.
—Tomo la venganza como algo demasiado mundano para mi gusto, pero, aun así, debo de admitir que en ocasiones tiene su lado atractivo, y disfrutaré de probarla en esta ocasión—lo oí decir antes de que cruzara en dirección a su estudio, y aquella venganza era algo que me producía cierta intriga, porque no sabía cómo sería, o cuándo.
• • •
La alarma sonó a mitad de la madrugada, obligándome a abrir los ojos de forma espontánea, notando la luz que parpadeaba al compás del sonido en la oscura habitación. Sentí como Mycroft se removió tras de mí, hundiendo su cabeza en mi cuello al tiempo que su agarre a mi cuerpo aumentaba, aferrándose más de mí, percibí su nariz rozándose contra mi cuello, dándome algo de cosquillas a la vez que oía sus quejidos por interrumpir su sueño, luego de que seguro le haya costado conseguirlo.
—Apagas la alarma, y me llevas al aeropuerto—dije con la voz somnolienta, pero sin mover un sólo músculo de mi cuerpo, quería asistir, pero también deseaba estar tres o cuatro horas más en la cama, la tibia, acogedora y cómoda cama que compartía con mi prometido.
—No quiero hacerlo—murmuró en mi cuello, acurrucándose aún más.
—No me hagas ordenártelo.
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A Un Escritorio de Distancia
FanficMycroft Holmes, una persona a la que denominan: "el hombre de hielo", se ve obligado por su trabajo, a contratar un asistente personal, y es aquí cuando ella llegará a las oficinas, quedando a tan solo; un escritorio de distancia el uno del otro. C...