Anthea.
Era un viernes relativamente tranquilo en las oficinas del Club Diógenes. No había mucho papeleo, pocas llamadas, y Mycroft no tenía ninguna junta pronosticada para aquel día, así que no había razón para preocuparme.
Era uno de esos extraños días donde simplemente podía relajarme más en mis labores, y llevar las cosas con más calma, aunque claro, aquello no podía durar para siempre, por lo que, cuando un mensaje sonó en mi teléfono, no me sorprendió para nada.
James Tyler: ¡Jamie, hospital, ya está por nacer, así que si puedes, VEN!
Bien, había esperado ese día desde hacía tiempo, pero ciertamente, no esperé que el mismo fuese a suceder en aquel momento, es decir, esperaba cualquier tipo de mensaje, incluso uno de la misma Reina, pero no esa noticia. Aun así, sin perder más tiempo, me levanté de mi escritorio y casi que corrí a la oficina de mi amado jefe. Golpeé tres veces la puerta y entré al oír su voz.
—¿Qué sucede? —preguntó tranquilo sin levantar su vista de unas hojas que descansaban sobre su escritorio, en cual tenía un orden casi enfermizo—. Tu forma de llamar me sugirió que algo pasa y me gustaría saber de qué se trata.
—Jamie, ya es hora—enseguida de eso levantó su vista y me miró, como si no terminara de comprender—. Quería saber si podría salir del trabajo antes hoy, porque quiero ir hasta el hospital.
—Y yo quisiera saber qué haces todavía de pie en la puerta—parece que la que no había comprendido, era yo—. ¡Anda, ve! O llegarás tarde.
—¡Gracias!
Y con aquello salí rumbo al hospital, agradecía que Jamie me hubiese contado todo lo que tenían planeado, de esa manera ya sabía no solo el hospital en el cual estaba, sino también el nombre de la partera, sí, hasta ese punto estaba informada.
Salí y tuve que pedir un taxi que me llevara al sitio, luego de un viaje para nada agradable con un chofer malhumorado y grosero, finalmente llegué al edificio. Pagué al inepto sin dejar ni una miserable propina y entré al lugar. Pregunté por la sala, a lo que tuve que medio discutir con la funcionaria, porque al no ser familiar, no tenía permitido subir, aunque eso no fue un problema, gracias a Sherlock y Mycroft, había aprendido, con los años, a persuadir a las personas a para mi beneficio, por lo cual, luego de unos minutos, finalmente me dejó subir.
Al llegar, fui directo a sala de espera, estaba emocionada y a la vez asustada, quería conocer al futuro Tyler, y esperaba que todo saliese bien.
En eso que yo me sentaba e intentaba calmarme, sentí una voz femenina llamarme, una voz que se me hizo muy familiar.
—¡Alice, querida, cuánto tiempo! —me habló con entusiasmo la mujer que acababa de entrar, para luego estrecharme en un abrazo mientras acababa de volver a ponerme en pie, casi sin darme tiempo a reaccionar.
—¡Señora Thompson! —devolví el abrazo a la madre de Jamie, y posteriormente también a su padre.
Luego de los saludos, procedimos a sentarnos para bajar los nervios, aunque aquello estaba lejos de suceder.
—No puedo creerlo ¡seré abuela! —decía entusiasmada—. Bueno, y tú serás tía—sonrió, conociendo muy bien el tipo de amistad que tenía con su hija.
—Créame, no es la única sorprendida.
—Bueno, pero necesito calmarme, o, mejor dicho; necesitamos calmarnos—sonreía mientras me veía, ella tenía la misma energía y vivacidad que su hija, algo que amaba de la familia de Jamie, trasmitían algo muy lindo cuando estaban juntos—. Dime, porque hace muchos años que no te veo, ¿Cómo has estado? Ya sabes, trabajo, vida, esa clase de cosas.
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A Un Escritorio de Distancia
FanfictionMycroft Holmes, una persona a la que denominan: "el hombre de hielo", se ve obligado por su trabajo, a contratar un asistente personal, y es aquí cuando ella llegará a las oficinas, quedando a tan solo; un escritorio de distancia el uno del otro. C...