El encuentro

971 42 7
                                    

Ese hombre, misterioso y de mirada distante, fue quien logró destruir al demonio que asolaba la aldea pesquera. Múltiples guerreros pasaron por el dojo donde pulía sus habilidades, cada uno con una habilidad única y extraordinaria pero jamás conoció a alguien como ese joven. El barco se detuvo, bajo de este con la ayuda de sus dos subordinados más cercanos que preocupados del estado actual del joven amo al que servían no le quitaban la mirada de encima.

-Estoy bien-Tahomaru forzó una sonrisa en su rostro.

Se sentía feliz de que Hyogo se encontrara a salvo pero había algo dentro de sí que no dejaba de incomodarlo pese a sus múltiples intentos por ignorar esas emociones molestas, volvió la mirada hacia Hyogo, además de unas cuantas heridas causadas por los dientes del animal no sufrió un daño considerable que pusiera en peligro su vida.

-Atendamos tus heridas-

-No se preocupe por mi joven amo, usted...-

-Me encuentro perfectamente bien, vamos-lo ayudo a salir del barco-¿Puedes caminar por ti mismo? Porque puedo...-

-Lo haré solo, no se preocupe-

Su labor como protectores de Tahomaru fue opacada por ese incidente o de esa forma lo veían tanto Hyogo como Mutsu. El guerrero que destajó al demonio con un solo movimiento de su espada dejó el lago encontrándose en la orilla junto a un pequeño niño, parecía ser acompañante suyo. El pequeño no dejó de hablar a viva voz aunque debido a la distancia no era posible saber cuál era su tema principal de conversación, tomó la mano del joven guiándolo hasta donde se encontraba Tahomaru.

-¡¿Qué les pareció?!-

No tendría más de diez años y pese a la notable diferencia de edad entre ellos hablaba con suma confianza incluso tratándose de desconocidos. Sonriendo lleno de energía. Tahomaru dirigió su atención al joven espadachín que en contraste con el pequeño permanecía con la mirada fija en un punto, silencioso y casi ausente, de no realizar mínimos movimientos habría pensado que se trataban de una figura hecha de cera fabricada con tal calidad y arte que incluso pasaba como un ser humano. Pero no, ese hombre era tan real como ellos y fue quien salvó la vida de Hyogo.

Tahomaru observó los brazos, mismos los cuales hace poco colocó en su lugar, eran prótesis bajos las cuales ocultaba filosas espadas.

-Esos brazos... ¿Quién eres?-

Una pregunta que venía dando vueltas en su cabeza desde el primer contacto visual que tuvieron al cegar la vida del demonio.

-¡Oye! ¡Primero deberías agradecernos! Si no fuera por nosotros, ese de allí-dijo señalando a Hyogo- habría sido comida de monstruo-

Hyogo se mostró perturbado ante ese comentario, gracias a la verdad que guardaba, aquel desconocido salvo su vida y frente al amo que debía proteger, una realidad innegable que no podrían ignorar.

-No sé quién eres, pero gracias por salvarlo-Tahomaru no dudó en darle las gracias bajando la cabeza frente a esos hombres de menor estatus una cosa que caló hondo en sus dos subordinados, cuyos pensamientos continuaban repitiéndose cuanta debilidad mostraron al dejarse envolver en una situación como esta.

-No fue nada...-dijo el niño mostrándose tranquilo al ver que no ignorarían el hecho de su innegable ayuda.

El guerrero continuaba en silencio pero esta vez su mirada iba dirigida directamente hacia Tahomaru, sin quitarla ni un solo segundo a la vez que no realizaba el menor movimiento o parpadeo.

-¿Qué pasa?-preguntó Tahomaru.

-¿Qué sucede, hermano?-preguntó el niño quien también parecía confundido por la reacción del joven.

DestinoWhere stories live. Discover now