Capítulo 26

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No podía dejar de toser, me había ahogado en serio con aquella declaración. Glenda se levantó y comenzó a palmearme la espalda para ayudarme, hasta que recuperé el aire y me preguntó:

G: ¿Estás bien, Sebastián?

S: -tomando aire- Sí, sí. Gracias, Glen...

G: ¡Vaya que me pegaste un susto!

S: Lo siento, pero no fue nada.

G: Bien, ¿en qué estábamos?

Y: Nora le había dicho a Sebastián que sabíamos de lo suyo con Eiza.

S: -suspira- ¿Qué se supone que saben?

Y: Que tú y mi hermanita son pareja. Sebastián, lo supimos en AV, sabemos que antes de que ella se fuera a LA rompieron y que hace unos días regresaron.

S: -se pasa la mano por el pelo- ¿Cómo lo supieron?

N: No hay que ser Einstein para darse cuenta, Sebastián. Además, con tu actitud nos lo acabas de confirmar por completo.

G: Sebas, sabes que yo te adoro y te considero de la familia, pero mi niña ya sufrió mucho con el infeliz malnacido de Pepe, así que tengo que preguntarte algo, y espero que me respondas con la mayor sinceridad y de todo corazón... ¿Tu amas a Eiza?

S: -lleva su mano derecha a su pecho y la mira a los ojos- Más que a mi vida, Glenda...

G: Entonces solo me queda decirte... ¡Bienvenido oficialmente a la familia, Sebas! -extiende los brazos-

S: -se para y la abraza- Gracias, Glen. En un orgullo para mí ser un miembro más de esta hermosa familia.

Y: Sí, y eres muy bien recibido, Sebastián. Pero no se te ocurra hacer sufrir a mi hermanita, porque si no verás mi otra cara, y no te va a gustar -dice con tono amenazante-.

S: Yulem -lo mira-, juro por lo más valioso que tengo que es mi hijo *mis hijos* que prefiero morir antes que hacer sufrir a Eiza.

Y: -permanece un minuto serio pero luego sonríe- Entonces, bienvenido a la familia, Rulli.

N: Bien, ya eres otro miembro oficial, Sebastián. Espero que hagas muy feliz a Eiza y que realmente duren muchísimos años juntos. Ella vale su peso en oro y no merece que la hagan sufrir. El imbécil de Pepe no la supo valorar, pero tú debes apreciar lo que él no y gozar de lo que él perdió.

S: Lo haré, chicos. Eiza es lo mejor que me ha pasado en la vida. El día en que le confesé que la amaba y sus ojitos se iluminaron, supe que ella sentía lo mismo por mí. Decidí que lucharía hasta lo último por ella, para poder pasar el resto de mi vida a su lado.

G: Awww... que tierno. ¿Cómo fue que se lo confesaste? ¿Cuándo fue? ¿Cómo reaccionó? Cuenta, cuenta, ¡cuenta!

S: Bien -se sienta-, les contaré. Estábamos en su habitación después de haber grabado la fantasía que tiene Nikki de que bailaba con Guzmán en su boda. Eiza estaba cepillándose el cabello frente al espejo y yo estaba sentado en el borde de la cama comiendo una manzana y escuchándola hablar sobre Pepe y lo mal que iba su relación, hasta que de la nada se da vuelta y me dice "¿Tú crees que deba terminar con él?" y yo me acerqué, me arrodillé frente a ella y le dije "Te amo..." y ella susurró un "¿Qué?" y se lo repetí, se lo repetí muchas veces, y su ojitos se tornaron brillantes, como cristalinos. De la nada, comenzó a llorar, y me asusté, me asusté mucho. Sequé sus lágrimas y le pedí perdón, pero ella me sonrió y me dijo: "Pensé que nunca me lo dirías..." y me besó... Fue el mejor día de mi vida.

N: ¡Qué hermoso, Sebastián! La primera vez que Yulem me dijo que me amaba estaba tan nervioso que creí que se desmayaría -ríe y mira a Yulem-. Desde entonces, somos inmensamente felices... -abraza a Yulem-.

S: Eso no lo dudo... -sonríe-.

G: La primera vez que Carlos me dijo que me amaba, estábamos sentados en la playa viendo el atardecer, me tomó la mano con gran timidez y me lo dijo al oído. Fue tan romántico... ¿Y cómo les está yendo?

S: Todo está yendo de maravilla, de hecho, mucho mejor de lo esperado. Tenemos una sorpresa que darles que les juro no creerán -sonríe-.

N: ¿Y no nos puedes decir qué es?

S: Lo lamento, pero nada de adelantos, o la sorpresa se adivinaría inmediatamente y perdería la 'magia'.

N: -rueda los ojos- Okay, okay...

La conversación fue interrumpida por el celular de Yulem. Tomó su celular y nos mostró la pantalla, decía "Eiza". De inmediato contestó y puso la llamada en altavoz...

E: -con voz quebrada- ¿Hermanito?

Al escuchar la voz de Eiza así, se nos borró la sonrisa. Era evidente que había estado llorando, y Yulem se apresuró a contestar:

Y: Sí, hermanita. ¿Estás bien? ¿Qué te pasa? ¿Por qué llorabas?

E: -ríe- Estoy bien, solo... -suspira- Últimamente he estado un poco hormonal, además, me atacó la nostalgia... ¿cómo estás?

Y: -suspira- Gracias a Dios... Me diste un susto tremendo. Aquí estamos todos bien -sonríe-. Estás en el altavoz.

E: ¿En serio? ¿Y quién más está?

Y: Mamá, Nora y... Sebastián.

S: -eleva un poco la voz- Hola, mi amor. Qué susto me diste, ¡eh!

E: Hola, mi vida. Perdóname, pero ya sabes que ando muy hormonal por... bueno, tú sabes.

S: Sí, chiquita. ¿Te estás cuidando mucho, verdad?

E: Ajam... Todo va perfecto.

G: ¿Se puede saber de qué están hablando?

E: Nop. Es una sorpresa, mamá. Ya se enterarán cuando llegue a México.

S: Chiquita, ¿más o menos cuándo regresas?

E: En dos meses, más o menos. Cuando la sorpresa esté segura. ¿Por?

S: ¿Tanto? Falta mucho, pero todo sea por la sorpresa. Solo quería saber, porque te extraño mucho.

N: Mmm, algo se traen ustedes dos... ya los vamos a cachar.

E: Espera... acabo de darme cuenta de que ya sabían de lo nuestro porque no se sorprendieron... ¿Cómo lo supieron?

Y: No hay que ser adivinos, Eiza.

E: ¿La tapa de la revista?

G: Eso ayudó en gran parte.

S: Nos cacharon en la movida -ríe-.

E: ¡Lo sé! Tenemos que ser más discretos para la próxima... Bueno chicos, ya me dio mucho sueño y estoy muy cansada así que me voy a dormir. Buenas noches, ¡los amo! Besotes a mi príncipe adorado que seguro está durmiendo...

S: No, no estoy.

E: Sebastián -dice en tono serio-, sabes que me refiero a Luca.

S: Oh, lo siento -ríe-.

E: Bueno... Besos para ti, Nora. Para el mejor hermano del mundo. Para mi súper, súper mami y para mi príncipe azul...

S: ¿Ese sí soy yo?

E: -ríe- Sí, ese sí eres tú -hace el sonido de un beso y se despide-.

Después de la llamada de Eiza, me quedé platicando un rato más y después me fui a mi casa. Me sentía feliz y aliviado, ya teníamos una parte del peso fuera, ahora solo faltaba lo del embarazo y nuestra relación pública. Y la verdad es que, después de esta noche, no me importaba si el mundo entero se oponía a nuestra relación, porque Eiza me ama, y su familia nos apoya, y eso es todo lo que necesito.

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