Capítulo 25

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Eiza me contestó diciéndome que sí le gustaba el nombre de Theo. Nuestro niño sería precioso, pero yo quería que fuese una niña, para que se pareciera a ella. Entonces sería perfecta. De todas maneras, aún faltaban unos 3 o 4 meses para saber qué sería el bebé.

Me estaba duchando porque había llegado muy cansado del trabajo y entonces comencé a pensar en la sorpresa que le daría en LA, pero que se canceló, y recordé que había algo que no le había dado, y que se lo quería dar en cuanto ella volviera a México. El problema era que no sabía si lo había empacado, quizá lo olvidé en su departamento lo cual sería un fastidio porque ella podía encontrarlo y se arruinaría la sorpresa, y tendría que volver a comprar uno.

Salí de la ducha y me envolví con la toalla, comencé a buscar el regalo de Eiza en mis maletas. Como era pequeño, posiblemente podía seguir en uno de los bolsillos, ya que no me había tomado el tiempo de revisarlas bien.

Encontré todo tipo de cosas, llaveros, pulseras de Aracely, las cuales tiré, pulseras mías, collares, anillos... menos lo que estaba buscando.

Me relajé y me di por vencido, en algún momento ella lo encontraría y se pondría feliz.

Estaba terminando de vestirme cuando me entra una llamada, me fijo y veo que es ¿Glenda?... quizá había pasado algo y necesitaban mi ayuda, así que me apresuré en contestar:

S: ¿Bueno? ¿Glenda, sucedió algo?

G: Hola, Sebastián. Descuida, no sucedió nada malo.

S: Oh, gracias a Dios. Ya me había asustado. ¿Algo en que pueda ayudarte o necesitas algo?

G: Bueno, verás, hoy mi hijo quiere hacer una reunión familiar, así que pensé en invitarte, ya que te consideramos de la familia y la ausencia de Eiza nos está dejando un hueco.

S: Por supuesto que iré, Glenda. Será un gran honor para mí.

G: Muy bien, ya te puedes venir para acá. Estamos todos y Yulem está cocinando. Solo faltarías tú.

S: Claro, Glen. En un minuto llego.

*CASA DE GLENDA*

Toqué el timbre e inmediatamente Nora abrió la puerta con una sonrisa de oreja a oreja, me saludó con un beso en la mejilla e hizo un gusto con la mano para que pasara. Entré a la casa y Luca estaba jugando con un autito rojo en el piso. Me enterneció verlo así, además de recordarme a cuando Santiago era más pequeño, me hizo pensar en mi hijo. Me acerqué a él y lo tomé en mis brazos. Comencé a hacerle cosquillas y no tardó en romper en carcajadas que daban una ternura inmensa, entonces apareció Glenda y comenzó a reír con él, al igual que Nora. Entonces dejé de nuevo a Luca en el piso le di un sonoro beso en la mejilla, entonces Glenda me abrazó y me saludó:

G: Hola, Sebastián.

S: Hola, Glenda -la hace dar una vuelta-. Estás guapísima, como siempre -sonríe-.

G: Tú no te quedas atrás -le da toques en el hombro con su dedo índice-.

S: Gracias -ríe- ¿Y Yulem?

G: Está en la cocina, si quieres pasa, ya sabes, esta es tu casa.

S: Sí, gracias, Glen.

Entré a la cocina y ahí estaba Yulem, cortando cebolla. Me acerqué a él, le toqué el hombro y le dije:

S: Te tomaron de cocinero, hermano.

Y: -lo abraza a modo de saludo- Pues sí, pero no seré el único. Comeremos tarta, los huevos están en el refri -lo señala-. Sácalos de ahí, rompe unos 4, separa la yema de la clara y con las yemas bien mezcladas, toma el pincel de cocina que está colgado allí -señala donde están los utensilios- y cincelas bien la masa. Cuando termines, ayúdame con las verduras.

S: Sí, mi capitán -se para derecho y lleva una mano a la frente-.

Y: -ríe- Puede retirarse, Soldado -Sebastián se estaba por ir a ayudar y Yulem lo para-. ¡Ah! Sebastián, ¡relájate, hermano! -le da una palmada en la espalda-.

(...)

Acabando de cenar, Nora retiró los platos y, luego de acostar a Luca, nos quedamos todos hablando en la mesa. Estábamos hablando de la novela y de cómo me iba, hasta que a Nora se le ocurrió preguntarme algo:

N: Sebastián, me enteré que anduviste por LA. ¿Pasaste a visitar a Eiza?

S: -se aclara la garganta- Sí, fui dos veces a verla. Glenda, ¿me servirías un poco de jugo?

G: Claro -le sirve jugo de manzana-. Toma.

S: Gracias -recibe el vaso-.

N: ¿Y, cómo está ella?

S: Muy bien, un poco cansada y estresada.

N: ¿Te ha dicho como le va en el amor? Tengo entendido que tiene un galán...

S: -tose- ¿Un galán? No, no me dijo ni me enteré de nada.

G: Salió en la revista.

S: Yo no sé nada.

Y: Sebastián -lo mira con recelo-, mi hermana tiene mucha confianza en ti. No puede no haberte contado nada. Tú sabes algo, y no nos quieres decir.

N: Al grano, ¿sí? Sebastián, ya sabemos lo tuyo con Eiza.

Nora dijo eso justo en el momento en el que le estaba dando un trago al jugo y me ahogué. Tosí, ¿lo mío con Eiza? ¿Lo de nuestra relación? ¿O lo del bebé? ¿Qué sabían? ¿Y si no era ninguna? ¿Y si se trataba de otra cosa? ¿Ahora qué iba a hacer? Sin Eiza aquí, no podía enfrentar a SU familia. Me encantaría poder hablar de esto con todos, pero no yo solo, y menos en este momento.

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