Capítulo 5

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Sin saber que era lo que Sebastián estuvo pensando, me fui a mi cuarto a cambiarme. Sabía que le gustaba verme con shorts, así que me puse unos, color fuxia, un top blanco y un chaleco de jean. Como era una salida casual no usaría zapatos altos, solo tomé un par de zapatillas muy casuales color beige y me calcé, luego salí y Sebastián me estaba esperando. Se había cambiado, ahora tenía una camisa celeste pastel, unos jeans negros y zapatillas negras. Casualmente se acercó a mí y de la nada me besó, pasando sus manos por mi cintura y delineando mis caderas. Posó sus manos allí y me acercó a él, sentía una de sus manos acariciando mi espalda y mi cuerpo vibró inmediatamente. Hice un esfuerzo y me separé de él:

E: Sebas, no me hagas esto.

S: ¿Qué?

E: No te hagas, sabes que no llegaremos a Disney si continúas.

S: ¿Habría problema en ello?

E: Sí...

S: ¿Cuál sería?

E: Pues... sería que... ¿me dejas pensar en algún problema?

S: -ríe- Nunca cambias... ¿estás nerviosa verdad?

E: ¿Por qué lo dices?

S: Siempre buscas excusas cuando estas nerviosa.

E: ¡Tú y esas niñas me descubren!

S: ¿Niñas? ¿Quiénes?

E: Unas Eizaticas que conocí ayer, me pagaron un taxi para que llegara a casa. Me cayeron muy bien de hecho, todas son Seizas.

S: ¿Seizas? Sabes, ya me cayeron bien.

E: -ríe y pone los ojos en blanco- La cuestión es que sabían que estaba nerviosa...

S: Mmm... Se me ocurre una idea.

E: ¿Cuál?

S: ¿Y si las invitamos a Disney con nosotros?

E: ¿Hablas en serio?

S: Sí, digo, si son "Seizas", les gustará vernos juntos, además, no creo que hablen sobre nosotros si se lo pedimos.

E: No habría mejor manera de ser felices juntos, que haciendo felices a los demás. Invitémoslas, tengo sus teléfonos.

S: Perfecto.

Contactar a las niñas no fue difícil, teníamos un grupo en WhatsApp solo para nosotras, lo habíamos creado anoche. Les pregunté si vendrían a pasar el día conmigo y de ninguna manera se negaron, sobre todo cuando les dije que habría un invitado sorpresa. Media hora después, llegó una camioneta familiar color bordó y paró frente a mi casa. Las niñas bajaron y me acerqué a la ventanilla del conductor, una señora morena y de cabello negro, largo y ondulado se quitó los lentes para verme:

X: ¿En serio sos vos?

E: -sonríe- Sí, eso sí se refiere a que soy Eiza.

X: Wow, nunca pensé que tendría que traer a mi hija y a otras 3 nenas que acabo de conocer, a la casa de su Idola. Un gusto -extiende su mano-, me llamo Soledad, Soledad Melgar, soy la mamá de Agus.

E: -le estrecha la mano- Es un gusto para mí. Cuidaré bien de las niñas, no tiene por qué preocuparse señora.

S: Oh, no, ya no soy señora, estoy divorciada.

E: Ah caray, pues, ¿señorita? -ríe-

S: -sonríe- Decime Soledad, o Sole, como vos quieras. Gracias Eiza, no te imaginas lo mucho que significa para las nenas y para mí esto, hace 7 años que escucho cosas tuyas y la verdad es que también llegué a admirarte mucho.

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