Capítulo 37

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Nos levantamos a las 7:30am, justo cuando Sebas se fue a grabar. Santiago remoloneó un poco en la cama pero, después de las cosquillas que le hice, se levantó muy desganado y fue a lavarse los dientes.

Yo ya me había lavado los dientes, la cara y me había peinado. Así que solo me quedaba cambiarme. Estando casi en los cuatro meses de embarazo, mi vientre crecía y ya se notaba, así que, recurriendo a mi ropa suelta, me puse una camisa que se transparentaba y unos shorts de jean, y en los pies, unas sandalias a juego con la camisa.

Ayudé a que Santi se vistiera y luego nos fuimos a desayunar. Como me lo esperaba, Santi quería desayunar algo que no le iba a hacer bien, pero lo convencí de tomar una leche con chocolate, al igual que yo, jugo de naranja, como yo, y tostadas con queso.

Luego de desayunar, llevé a Santi al jardín, y bajé para acompañarlo ya que estaba del otro lado de la calle. Cuando llegué a la puerta, una de las maestras se acercó a Santiago y le dijo:

-: Hola Santi, ¿cómo estás?

San: Hola seño Mónica.

M: ¿Y ella es…? –preguntó refiriéndose a Eiza-.

San: Ella es mi mamá Eiza.

M: Ah, entonces ella es Eiza. Hola, un gusto. Mi nombre es Mónica y soy la maestra de Santi –dijo extendiéndole la mano a Eiza-.

E: Hola, un gusto Mónica. Eiza González, mujer del papá de Santi –le estrecha la mano-.

M: El gusto es mío. Bueno, Santi, vamos adentro que ya tocó la campana, ¿sí?

E: -se agacha y besa la mejilla de Santi- Adiós mi amor chiquito.

San: Chau mami.

Me subí al auto mientras veía como Santi agitaba los brazos saludándome y no arranqué el auto hasta que vi que Santiago entró al salón. Entonces me fui camino a Televisa. Quería visitar a Sebastián.

Estando aún a calles de Televisa, mi celular sonó. Aproveché que estaba justo en un semáforo en rojo y contesté con el manos libres:

E: Bueno…

-: ¿Eiza? Soy yo, DJ.

Me quedé helada cuando oí su voz y su nombre. Desde que me fui de L.A prácticamente él era equis en mi vida, y ahora, cuatro meses después, decide aparecer como si nada.

Apreté las manos en el volante y el semáforo cambió a verde, pisé el acelerador y, con voz firme, le pregunté:

E: ¿Qué quieres?

DJ: ¿En serio? ¿Tanto tiempo sin comunicarnos y así me tratas?

E: Mira DJ, no estoy para juegos. Estoy manejando y no puedo hablar mucho. Ve al grano, ¿sí? Mi hijo está conmigo –dijo mintiéndole-.

DJ: ¿Hijo? ¿Qué hijo? Eiza, ¿cómo es posible que tengas un hijo si apenas hace 4 meses que no nos vemos?

E: DJ, ¿hace cuánto que no ves las noticias? ¡Mi hijo se llama Santiago Rulli! –presiona el botón de grabar llamada-. Mira, no sé qué es lo que estés buscando con esta llamada, pero que sea rápido.

DJ: Eiza, hace poco me enteré que estás embarazada. Y, unos días antes de que él llegara a L.A, tú y yo habíamos…

E: No, DJ. Tú y yo no habíamos nada. Lo único que pasó es que en esa fiesta te embriagaste y me besaste a la fuerza. Después de eso, te desmayaste y Wilmer tuvo que llevarte a tu casa. Al otro día, yo me encargué de supervisar que estuvieses bien porque de verdad te consideraba casi como un hermano. Veo que estaba muy equivocada. Cuando llegué a tu casa, tú aún estabas dormido, y desnudo, y yo comencé a limpiar un poco. Encontré bragas y corpiños de distintos colores y tamaños. Así cualquiera se imagina que estuvo con alguien, DJ.

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