Capítulo 36

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Todos sabemos que la parte más difícil de la vida son las despedidas, y más cuando son personas que queremos, que nos importan realmente o mucho, pero de alguna u otra manera, siempre llegan, y la nuestra había llegado por segunda vez.

Separarnos de nuestras niñas era la parte más difícil de los viajes que realizábamos juntos, pero bueno, era algo a lo que debíamos acostumbrarnos.

En fin… ya estábamos en mi México lindo y querido de vuelta, habíamos llegado hace un día y Sebas inmediatamente retomó las grabaciones de la novela. Sinceramente, no me sentía la muchachita insegura de hace unos meses, sino que todo lo contrario, ahora más que nunca me sentía como la mujer más feliz y amada del universo.

Hoy, Santi le había pedido a Ceci para pasar el día conmigo, y ella accedió, dijo que me lo traería a las 11:30am, cuando lo recogiera del preescolar, así que estaba aprontando todo. Sebas no estaba, tenía llamado a las 7:30am, y llegaría tarde, osea que solo sería un día de “Santi y Eiza”.

Estaba acabando arreglar unas cosas de la cocina, y estaba comenzando a sudar por el calor horrible que hacía, entonces oí el timbre. Dejé la franela sobre el mesón de la cocina y fui a abrir. Me encontré con Ceci cargando a Santi, quien aún llevaba el guardapolvo del jardín y que me miraba como si no me conociera, claro, nunca me había visto tan desarreglada y, además de eso, el embarazo estaba causando estragos en mí. Las pocas horas de sueño me tenían con unas ojeras enormes, estaba adelgazando, no engordando como es normal, sino que adelgacé. Estaba toda hinchada, mis uñas estaban horribles, mi pelo seco y espantoso, ¡hasta mi piel se había arruinado! El embarazo saca manchas, ¿sabían? Pues yo no lo sabía… gracias, mamá, por la información.

Acomodé un mechón de mi flequillo detrás de mí oreja y me hice a un lado invitándolos a pasar:

E: Hola –les sonríe-. Pasa, Ceci, siéntate.

C: Gracias, Ei –entra y se sienta en el sofá-.

San: -salta de la falda de su mamá- Hola, Eiza.

E: -lo alza en brazos y lo llena de besos- ¡Hola mi amor chiquito!

San: ¿Me bajas?

E: -extrañada- Claro –lo deja en el suelo de nuevo-.

San: -deja su cabecita y sus manitos sobre el pequeño vientre de Eiza- Hola bebé, ¿cómo estás? Espero que estés muy bien, yo estoy bien. ¿Sabes una cosa? Estoy ansioso porque nazcas, quiero verte y jugar contigo, aunque papi ya me explicó que tendré que esperar unos años para jugar contigo. Quiero saber si serás niño o niña… espero que seas niña y te parezcas mucho a Eiza, así para ser muy hermosa. Bueno, solo te quería decir eso, y que tengas un muy buen día. ¡Te quiero! Ya me tengo que ir a cambiar –le da un beso al vientre de Eiza y sale corriendo-.

E: -se sienta frente a Cecilia y seca algunas lágrimas causadas por las palabras de Santi- Perdóname por el desorden y por las fachas, es que estaba limpiando justo, casi acababa…

C: No te preocupes, Ei… oye, ¿y cómo vas con tu embarazo?

E: Pues feliz, pero sí me está maltratando un poco…

C: -ríe- Cuando estaba embarazada de Santi, no me pasó así, pero cuando tuve a mi niña, ¡Dios! Era una cosa de que las uñas se me quebraban, el pelo se me secaba, la piel se me engrasaba, ¡estaba hecha un desastre! Pero bueno, ya sabes que dicen que la mujer demanda belleza, así que…

E: ¿Qué? ¿Tú crees que será…?

C: Estoy casi segura de que será una niña.

E: Aww, eso sería como Sebas quiere… Sabes, una de las cosas que más me preocupaba de tener una relación con Sebastián, era lo que tú pensaras al respecto.

I pledge to you my eternal love❤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora