Capítulo 22

141 3 0
                                    

Han pasado 3 semanas ya desde que Sebastián se fue a México. Hoy tengo la primera cita con el médico obstetra para ver si todo marcha bien en el embarazo. Los nervios me consumen. Además esta noche sale el vuelo de las chicas, Dios sabrá si las volveré a ver.

Estaba sentada en la sala de espera, no dejaba de mover la pierna y morderme el labio inferior. La enfermera apareció nuevamente con la lista de pacientes en su mano, del consultorio del doctor Rawson salió una mujer morena y de altura media, con un vientre grande y una sonrisa prácticamente dibujada en su rostro.

Enf: ¿González Reyna, Eiza?

E: Yo -se levanta-. Soy yo.

Entré y me di cuenta de que más de una mujer me había mirado extraño, hice caso omiso, pues no debía importarme nada más que mi bebé en este momento.

Entré y el consultorio olía a bebé, ese olor que solo los recién nacidos tienen y que te hace sentir tan bien. El doctor me indicó que me sentara, ojeó un poco la planilla médica y luego me saludó, y empezó con esa especie de bombardeo de preguntas que te hacen todos los médicos:

Dr.: Buenos días, señorita Eiza.

E: Buenos días, doctor Rawson.

Dr.: ¿Cómo se siente?

E: Muy bien.

Dr.: Perfecto. ¿Cuánto tiempo lleva de gestación?

E: Un mes, doctor.

Dr.: ¿Ha sufrido pérdidas de fluido vaginal de algún tipo?

E: No.

Dr.: ¿Sangrado?

E: No.

Dr.: ¿Mareos muy frecuentes?

E: ¿Qué sería frecuente?

Dr.: Los mareos son normales en una mujer embarazada, pero si son más de 3 o 4 al día, podría llegar a significar que algo anda mal.

E: Oh, no. No son frecuentes. Lo más que me llegué a marear fueron 2 veces en un día.

Dr.: Perfecto. ¿Nauseas y/o vómitos frecuentes? Si vomita más de dos veces al día, podría perder demasiado peso, y como consecuencia, perder a su bebé.

E: Nauseas sí, bastantes, pero vómito, no. Como mucho, una vez cada 3 o 4 días.

Dr.: Muy bien, señorita González. Por lo que veo, su embarazo va muy bien. Ahora, si me haría el favor de recostarse en la camilla y descubrirse el vientre.

E: Aja -asiente-.

Me levanté de la silla y me recosté en la camilla, la hora del ultrasonido. Mis nervios no podían ser más grandes. Vi la pequeña pantalla, la sonda y el gel, y se me erizó la piel. El doctor se puso un par de guantes, tomó la sonda con una mano y con la otra le aplicó un gel. Me miró, sonrió como tratando de tranquilizarme y me dijo:

Dr.: Bien, usualmente las mujeres vienen acompañadas a la primera cita pero al ver que usted viene sola, será la única que sienta frío.

E: ¿A qué se refiere?

Dr.: A que la primera que siente frío es la mamá, y le sigue el papá -rio-.

Reí y entonces el doctor puso la sonda sobre mi vientre, presionando a penas. Sentí un poco frío, pero luego fue normal. El doctor movía la sonda sobre mi vientre y yo observaba detenidamente la imagen en la pantalla. Había un punto, un pequeño punto en medio de todo, y un sonido único que me llamó muchísimo la atención. Ya estaba con los ojos cargados de lágrimas cuando el doctor Rawson me dijo:

Dr.: Mire señorita González, ese es su bebé -señaló el punto en la pantalla-. ¿Lo ve?

E: -se lleva una mano a la boca- Mhm... -deja caer sus lágrimas-.

Dr.: ¿Escucha ese sonido?

E: ¿Ese "bip"?

Dr.: Exacto. Ese es el corazón de su bebé.

Si con la imagen había llorado, lloré peor cuando el médico me dijo que ese sonidito era el corazoncito de mi bebé. Era un “Bip” constante y acelerado. Un sonido que para cualquier otra persona podría resultar molesto, pero que a mí me estaba llenando el alma de felicidad.

(…)

Guardé los papeles en mi bolso y salí del consultorio. Iba caminando cuando sonó mi celular, miré el número, era DJ. Ignoré el hecho de que seguía muy enojada con él, no quería que nada arruinara este día, y contesté:

E: ¿Bueno?

Dj: Hola, Eiza.

E: Hola, Cotrona.

DJ: ¿Tienes algo que hacer?

E: ¿Ahora?

DJ: Ajá.

E: No, ¿por qué?

Dj: ¿Querrías venir a tomar una copa conmigo?

E: -pasó saliva- ¿No prefieres un café?

DJ: Lo que sea. ¿Quieres?

E: Está bien. ¿Dónde estás?

DJ: En mi casa, te espero aquí.

E: Está bien, en 20 llego.

Dj: Okay –cuelga-.

“Te gusta meterte en la boca del lobo, González”. Caminé hasta la callé y paré un taxi, el que me llevó hasta la casa de DJ. Eran, aproximadamente, las 9:30am cuando llegué a la casa de DJ. Toqué la puerta 2 veces, pero no atendió, así que opté por el timbre. Mientras pensaba que sería mejor irme y hablar con DJ más tarde sobre lo que había pasado hace un tiempo, la puerta se abrió. DJ se inclinó para saludarme e inmediatamente un olor a vodka se desprendió de él. Las náuseas me llegaron en ese momento, qué asco.

Trató de hablarme, aún se le entendía lo que decía, aunque arrastraba las palabras. Evidentemente estaba muy borracho, y yo me estaba poniendo muy nerviosa.

DJ: Adelante, Eiza.

E: -pasa- ¿Estabas bebiendo?

DJ: Sólo unas copitas, esperando a que tú llegaras.

E: DJ –mira a su alrededor- ¿hace cuánto no haces limpieza? Perdóname, pero la casa está hecha un desastre.

DJ: Pues –se tambalea un poco- desde hace unas tres semanas que no tengo ganas de nada. Sólo me la he pasado bebiendo, mirando televisión y comiendo. Eiza, quiero pedirte perdón.

E: Dj…

DJ: No, no, no. Déjame terminar. Me comporté como un animal ese día en tu casa, juro que me dejé llevar por la rabia. La idea de que tú estés con otro hombre me había enloquecido y la bronca me cegó. No me hacía la idea de que, después de haber avanzado tantos pasos, viniera un total desconocido y me alejara kilómetros nuevamente. Bien sabes que te amo, porque te lo he dicho ya, y hacerme la idea de que nunca estaría contigo me estaba destrozando. Nunca quise hacerte daño, Eiza. No sabes cómo me odio por lo que pasó ese día en tu departamento –comienza a llorar-. Por favor –se pone de rodillas-, por favor, perdóname.

Ver así a DJ comenzaba a dañarme. Me acuclillé junto a él y tomé su rostro entre mis manos. Obvio que lo iba a perdonar, después de todo, por celos y por amor yo había hecho muchas cosas locas.

E: Obvio que te perdono, DJ. Pero por favor no llores, no te arrodilles así ante mí, porque me estás lastimando en serio.

Cuando acabé de decir esas palabras, DJ me abrazó de una manera muy acogedora.  Un abrazo lleno de amor, que era lo que yo necesitaba ahora, y entonces yo también lo abracé. Continuaba llorando en mi hombro. Jamás lo había visto llorar, tampoco creí que lo vería. Recuerdo que el día en que lo conocí, se me vino a lamente la imagen de un guerrero, fuerte e inquebrantable, pero todos tenemos nuestro lado sensible, y eso era lo que él me estaba demostrando en este momento.

I pledge to you my eternal love❤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora