Capítulo 48

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Cap. 48

¡Ash! ¡Odio tanto las mudanzas! ¿Quién diría que llevar una cuna cuesta arriba por unas escaleras sería tan latoso? Y lo peor del caso era que debíamos mover los muebles y estar pendientes de Diann, porque no teníamos quién la cuidase. Hasta que nos dimos por vencidos. Dormir esa noche en el living y que Diann durmiera en su moisés junto a nosotros, no nos haría daño, ¿verdad?

Diann comenzó a llorar, evidenciando su hambre, así que me acerqué hasta el moisés donde se encontraba acostada, la tomé en brazos, eché atrás la trenza que había hecho con mi cabello, nuevamente castaño, y haciendo un movimiento rápido, despejé la zona de mi seno para poder amamantarla.

Mecía a mi niña entre mis brazos mientras lograba que se fuese quedando dormida.

Sebas bajó las escaleras de nuestra casa, cargando un par de cajas. En ese momento me incliné para dejar a Diann de nuevo en el moisés.

S: Creo que si hacemos méritos, ésta noche podremos dormir cómodos en nuestra cama –deja las cajas en el piso-. ¿Qué dices?

E: Digo que no quiero hacer méritos –suspira y apoya sus manos en la cintura-. Estoy re cansada –echa la cabeza para atrás-. ¿No te molesta dormir hoy en el sofá?

S: ¿Dormiremos juntos?

E: Sí –sonríe-.

S: Entonces no me molesta.

E: Gracias, mi amor –se dirige a la escalera y se sienta en el 4to escalón-. De verdad, Diann no me dejó descansar ni dos segundos.

S: -la sigue y se sienta dos escalones más arriba- Se te ve muy tensa, chiquita –la toma por los hombros y comienza a darle masajes-.

E: Ay, gracias Sebas –deja caer su cabeza hacia adelante-, es justo lo que necesitaba.

Sebastián continuó masajeando mis hombros, masajeó mi espalda con suaves círculos, apartó mi trenza que rozaba mi media espalda, y subió mi camiseta para pasar sus manos suavemente por mi espalda, rodeándola hasta casi llegar a mi pecho. El calor entre mis piernas crecía con cada caricia que él me daba. Sabía perfectamente a dónde quería llegar.

Sebas siguió adelante con sus “masajes”, siempre siguiendo el mismo patrón. Desde mi espalda baja, subiendo con suaves círculos, amenazando con llegar a mis senos, y regresando. Hasta que sentí que se acercó sutilmente a mi oído y me susurró:

S: Quiero que hagamos el amor aquí.

E: ¿Aquí? –preguntó sorprendida- ¿En las escaleras?

S: Es una fantasía por cumplir –dijo tranquilo-. No tienes que decir que sí si no quieres.

E: Tratándose de una fantasía, no me puedo negar –gira la cabeza y lo besa-.

Sebas comenzó a besarme dulcemente, y en una maniobra increíblemente ágil por parte suya, me tomó por la cintura y me colocó un par de escalones más arriba, quedando sobre mi cuerpo.

Reí, la primera vez que hacía el amor en una escalera, y sería justamente con él.

Abrió mis piernas, dándose lugar para arrodillarse y, sin dejar de besarme salvajemente con amor, levantó de a poco mi camiseta blanca. Sin llegar a quitármela del todo, bajó la cabeza y comenzó a besar mi abdomen. Dios, mi respiración se volvía más cortada y mi piel se erizaba completamente cuando pasaba la punta de la nariz desde la cinturilla de mis jeans, hasta donde estaba arrollada la camiseta, justo por debajo de mis senos.

Haciéndome un enorme favor, acabó de quitarme la camiseta, y procedió a desprender mi sujetador para después admirar mis senos henchidos por la leche materna. Sabía perfectamente qué iba a hacer, lo veía venir.

I pledge to you my eternal love❤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora