Capítulo 32

183 6 1
                                    

*Tres semanas después*

E: Nora, ¿y Luca? Hace rato que llegué y de él ni sus luces...

N: Está dormido en su cuarto... ¿quieres ir a verlo?

E: Claro que sí...

N: Entonces ve mientras yo termino de amasar esto...

E: Okay, cualquier cosa me pegas el grito, ¿sí?

N: Sí.

Caminé a paso moderado hasta la habitación de Luca y entré. Él estaba dormido en su cuna, tenía en la mano un Superman de peluche, y estaba con solo una remera azul y rojo y en pañales. Me acerqué hasta él y lo alcé en brazos, dejando su cabeza sobre mi pecho. Luca era la personita más importante que había entrado en mi vida. Llegó para alegrarme y llenarme de sonrisas en un momento en el que yo tenía mi vida derrumbándose. Después de él llegó Sebastián junto con Santiago, y ellos tres, mis tres hombres, han logrado transformar mi vida por completo. Gracias a ellos siempre estoy feliz.

Tenía a Luca aún en brazos cuando escuché gruñidos sentí que algo me tironeaba del jean que tenía puesto. Miré hacia abajo y vi a Pasita... ¡PASITA! Mi vida, tanto tiempo sin verla. La última vez que vine a México se la encargué a mi hermano, porque no la podía llevar y traer todo el tiempo en USA. Me dolió mucho despegarme de ella pero aquí está de nuevo, conmigo... Dejé a Luca de nuevo en la cuna y entonces me agaché para acariciar a Pasita. De inmediato comenzó a lamerme la cara y yo la tomé y salimos del cuarto para no despertar a Luca.

E: -acariciando y besando a Pasita- Hola mi amor, hola Pasita...

Mientras acariciaba a Pasita en el pasillo, Nora me tocó el hombro y yo alcé la vista para ver si necesitaba algo:

E: ¿Qué pasó? ¿Necesitas algo?

N: No, pero Sebastián llegó, te está buscando y dijo que llegan tarde... no sé para qué.

E: -confundida- ¿Tarde? ¿Para...? ¡Ay Dios, es hoy!

N: ¿Tarde a dónde? ¿Qué era hoy, Eiza?

E: No hay tiempo, luego te explico. Adiós, cuídame a Pasita un rato más y muchos besos a mis príncipes... ¡adiós! -se va corriendo y cierra la puerta-.

N: -cruza los brazos y chasquea la lengua- Ésta niña... -dice negando-.

Salí corriendo de la casa de Yulem y entré al auto de Sebastián. Lo saludé dándole un pico y nos encaminamos a nuestro destino.

E: -sonriendo ampliamente- ¿Listo?

S: Se podría decir...

E: ¿Estás nervioso?

S: Mucho.

E: Relájate, mi amor. Solo son unos minutos.

S: Es que, es la primera vez que hago esto.

E: Pues para mí ya no es nada nuevo. La primera vez también estaba muy nerviosa, pero luego me relajé...

S: Si tú lo dices... oye, ¿no tienes frío?

E: No, para nada.

S: Es que... como que tu ropa...

E: ¿Tiene algo de malo?

S: Sí. Estás muy descubierta.

E: -ríe y pone los ojos en blanco- Eso no te molestó anoche.

S: No, ni me va a molestar, siempre y cuando te descubras para mí...

E: Pues que yo esté tan descubierta significa que se nos harán más fáciles las cosas cuando lleguemos a casa -le guiña un ojo-.

I pledge to you my eternal love❤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora