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Cuando frente al altar, años atrás dijo "Si, acepto" LuHan se imaginó una vida feliz, llena de alegría junto a su amado esposo, Oh SeHun.
La relación de noviazgo que ellos dos tuvieron fue perfecta. Eran la envidia de todas las parejas de su universidad, porque no había día en el cual los dos jóvenes enamorados no se profesaran su amor sin miedo a nada. LuHan parecía haber nacido hecho a la medida para encajar con SeHun, quien se desvivía por complacer a su bello novio. Ambos eran la pieza que encajaba con el otro, LuHan era menor que SeHun por dos años, estudiaban la misma carrera administrativa con la diferencia de dos semestres, y eso tal vez había sido lo que les había juntado, ambos tenían los mismos ideales.
Llevaron una relación durante tres años hasta que SeHun se armó de valor para dar el siguiente paso y pedirle matrimonio a LuHan, el menor no lo esperó, pero no dudó en ningún momento para darle un "sí", LuHan amaba demasiado a su novio que la idea de casarse era un sueño para él.
La boda se planeó con tiempo, la madre de SeHun siempre congenió bastante bien con LuHan, así que ella fue quien le ayudó con los preparativos, así mismo en abril, justo en medio de los cumpleaños del par de tortolitos se llevó acabo la boda.
La ceremonia fue muy emotiva, el padre muy gustoso celebró la misa al ver cuanto amor esos dos jóvenes se profesaban, incluso el juez sintió que casi lloraba al escuchar sus votos de amor.
Todo aquel que fue testigo de su unión podía jurar que ellos dos durarían muchos años casados y seguirían profesando su amor por mucho tiempo.
[...]
-¿Quieres desayunar cereal con leche o, panques con mermelada?- preguntó el menor mirando a su esposo por un momento mientras mantenía el refrigerador abierto para ver que iba a sacar de él-. Hunnie.
-La verdad, Hannie, quisiera desayunarte a ti con chocolate encima- fue sincero al decir eso y tomar a su esposo por la muñeca, cerrar el refrigerador y pegar al menor contra el aparato mientras le besaba la boca.
