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— Le dio una sonora bofetada. El ruido asustaba al pequeño cachorro, el cual estaba presenciando esa discusión de tercer nivel.
—¡Yo no te engañé! ¡Lo que viste fue un error!
—¿Ah, sí? —avanzó apretando los dientes, lleno de rabia por lo acontecido— ¿Tú crees que yo te voy a creer? ¡Imbécil! —volvió a abofetearlo.
—¡BaekHyun, tienes que creerme! —se arrodilló de golpe, sin importarle lastimarse. Tomó las manos de su esposo y las apretó fuerte, rompiendo en llanto.
—ChanYeol, no mientas más, te vi —pese a lo que el mayor hacía, no le tomaba importancia, solo mantuvo la compostura aunque quisiera fallar y llorar con él.
—BaekHyun, déjame explicarte —suplicó.
—No —dijo firme y con voz ruda—, esto se acabó.
Su corazón se partió en pequeños trozos, hasta volverse partículas de nada. Las lágrimas siguieron, pero su garganta detuvo las palabras y el oxígeno le faltaba. Su cabeza no podía procesarlo. Se quedó inmóvil, estático, sin querer creer lo que había escuchado.
Se le pasó veloz cuando el chico se soltó de su agarre, pensando rápido y abrazando su pierna derecha, no quería que lo deje.
—Suéltame —detuvo la caminata por completo.
Lo estaba acaparando, sí, pero BaekHyun debía escucharlo al menos, él no mentía cuando decía que era un error.
—BaekHyun, no me dejes —repitió—. No sé qué haría sin ti en mi vida, por favor, reflexiona...
El chico arrugó el entrecejo molesto, dolido, con unas inmersas ganas de llorar por lo que vio y no pensaba perdonarlo, no aún.
—¡Basta! —lo empujó lejos— Ya no quiero nada contigo, entiéndelo, ChanYeol. No puedo soportar que me hagas esto y encima me pides reflexionar. ¿Sabes? Me hiciste un gran favor al abrirme los ojos y hacerme saber el asqueroso patán que eres —anunció tomando su maleta entre sus manos, sin voltear siquiera—. Puedes irte con ese ingeniero, eres libre. Hasta nunca, ChanYeol.
