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El carmín de los labios de mi madre se impregnó en mi mejilla, estaba dándome un beso de despedida antes de salir al no saber si yo iba a llegar temprano o tarde a casa. Salí limpiando los restos de ese potente labial de mi rostro, sin éxito alguno. Arruinó mi maquillaje, había tardado dos horas en hacerlo perfecto.
Caminé en la acera mojada por la lluvia hacia la casa de JongIn para ir a la “fiesta” que haría por la llegada y graduación de su “hermano mayor” del extranjero. Ni la supuesta fiesta o el hermano mayor de JongIn graduado existían. Iríamos a un bar gay a por fin cumplir nuestros fetiches, los sueños más húmedos que hemos tenido en la vida. Esto solo lo podíamos cumplir al cazar extremadamente bien a nuestro objetivo, a esos seres que las personas normales llamaban: hombres. Hombres solteros y sin compromiso, eso era lo que necesitábamos. Él un pasivo que se deje hacer de todo y yo un activo para dejarme hacer de todo, así funcionaban las cosas.
Resbalé varias veces, sin lograr caer gracias a las zapatillas nuevas que me regaló mi mejor amigo hace días por mi cumpleaños número veinte, diciendo que tenía un año menos de vida, algo que no me hizo sentir bien.
Por fin llegué a su casa, con el gran paraguas azul chorreando por todos lados, poniéndome nervioso porque tenía miedo a mojar mi ropa; que fue elegida y combinada con mucho cuidado y mi cabello también, que estaba sumamente liso por el planchado.
Al final, pude quitarlo al darle su tiempo de que escurra, luego lo colgué en la baranda de la escalera que daba directo al alfeizar de mi amigo al subir. Toqué su ventana mientras lo veía acostado leyendo alguna cosa en su jodido teléfono, sin prestarme atención. Yo estaba muriendo de frío, esperando a su voluntad de que me abriera.
—Hola, Romeo… —me dijo abriendo la ventana, haciéndome entrar y dejándola así por pereza, muy cruel.
—Sí, sí, Julieta. —Moví la mano sin hacerle mucho caso al idiota de mi amigo—. ¿Dónde estás que no te veo? —termino por él. ¿Así era?
—Joder, ¿por qué no entraste por la puerta? —se acercó con pasos lentos a mí que por inercia, retrocedí. Me tocó la mejilla sucia— ¿Por qué tienes pintalabios en la mejilla, eh? ¿Te volviste heterosexual y no me dijiste? —Suspiré, tragándome las ganas de partirle la cara. No tenía por qué darle explicaciones, pero lo hice.
—Verás, mi Julieta tropical —acaricié su barbilla, poniéndolo tenso—: No quería saludar a tus padres y quedarme dos horas con ellos para solamente haber venido a dormir, el pintalabios es por un beso que me dio mi madre, asco y no, no soy heterosexual ni tengo que contarte cuando lo sea.
—Ay, que rudo… —se quejó mirándome—me gusta.
Rodé los ojos, él nunca iba a cambiar.
—En cinco minutos nos vamos, retocaré mi maquillaje.
*****
Al llegar al bar, comenzamos nuestra expedición, sin éxito alguno por posiblemente lo temprano que era.
Una, dos y tres copas de tequila por cada diez minutos de aburrimiento y nada, no pasaba absolutamente nada. No había alguien que me atrajera, solo abuelos panzones que buscaban sugar babby’s de mi edad, pero yo paso, me gustan jóvenes a los que sí se les levante y cumplan con mis estándares de ligue.
Pude visualizar a JongIn bailando con un tipo que perfectamente cumplía con los estándares de pasivo perfecto de mi mejor amigo, algo que me alegró en demasía, ya que él si va a poder tener diversión asegurada y yo me emborracharé hasta ser violado y no darme cuenta.
—Ey —llamé la atención del barman—, dame dos tequilas más.
Sentía que sabía que estaba ahí para experimentar, pues era mi primera vez en un bar de ese tipo y estaba solo, mi mejor amigo ya había desaparecido sin siquiera levantar la copa y decirme salud antes de irse a follar. Esperaba que el imbécil tuviera condones.
El tipo alto no tardó mucho en llegar con dos copas y sus respectivas tapas para que el alcohol no invada mi sangre tan rápido, las dejó en la barra y yo me las bebí de una, siseando al sentir pasar el líquido por mi garganta.
—Oh, pero qué tenemos aquí, ¿un corazoncito roto?
El mismo barman que me trajo todas las veces las copas, se dio cuenta, ya que acercó y me hizo la conversación, cosa que me pareció rara, sin embargo, la plática podía ser útil para suprimir mi aburrimiento.
—No, por suerte —le contesté regalándole una de mis sonrisas.
Rió agachándose y negando a la vez, ¿qué le parecía gracioso? ¿Mi sonrisa? ¡Mi sonrisa era linda!
—Y esos suspiros cada dos por tres de: ¿qué hago con mi vida? y, ¿por qué sigo respirando?
Fue mi turno de reír.
—Mi mejor amigo me abandonó aquí por ligar —lo dije con mucho dolor, pero no sentía nada en lo absoluto. Por mí bien si desaparece con un ligue, sería mi orgullo, así ya no me pide para follar—. ¿Sabes?, es triste beber solo, eh… —busqué su nombre en la placa de su camisa, reconociéndola rápidamente y leyendo— Cha-Chanyeol —sí, suspiré con nervios, así era.
Él asintió a mis palabras, buscando una placa también en mi jersey, algo que no iba a encontrar y que me hizo reír como tonto, pues quería saber mi nombre.
—BaekHyun —dije mientras por fin me di cuenta de algo: sus brazos eran tremendamente largos y anchos. Al hurgar más, pude ver sus bíceps y puedo jurar que casi me atoro con mi saliva, cumplía con el estándar de mis fetiches.
—Bonito nombre, el indicado para un chico tan precioso como tú.
Noté que estaba ligando conmigo a última hora, como siempre, sigo siendo muy lento. Ahora entiendo por qué me hizo reír y se acercó a platicar, no iba a perder mi única oportunidad de acostarme con un tipo de brazos muy bien formados en esta noche.
