11. Lágrimas De Oro|HeatherAsh

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Titulo: Lágrimas de oro.
Autor: heatherash

Categoria: Fabula.
Género: Aventura.
Advertencia: Muerte de personajes y adicciones.
Tema: Cuentos (La gallina de los huevos de oro)
Personajes: Original characters.
Cantidad de palabras: 1442

El agua fría tocaba con desdén la delicada piel de Cassandra, cuidaba de que cada rincón quedara impecable, se sentía cansada, adolorida y abrumada pero a pesar de toda esa pesadez, en ella aún vivía ese sentimiento de persistencia

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El agua fría tocaba con desdén la delicada piel de Cassandra, cuidaba de que cada rincón quedara impecable, se sentía cansada, adolorida y abrumada pero a pesar de toda esa pesadez, en ella aún vivía ese sentimiento de persistencia. Ella no tenía de otra más que trabajar todos los días para poder mantener a su pequeño hijo. Niño que con el tiempo fue creciendo y se convirtió en un vividor.

Pocas veces ella lo disciplinó, la mujer creía que con sólo ver la situación en la que estaban el sentaría cabeza…Cosa que nunca sucedió.

Su irresponsabilidad se fue reflejando en los vicios. El alcohol siempre era su compañero en las noches, para que después, al amanecer, él se levantara del frío suelo sin saber qué había pasado en la noche anterior.

Su madre no sabía qué había hecho mal con ese niño, sabía que debía de estar más presente en la vida de su pequeño, pero las largas y duras horas de trabajo, nunca se lo permitieron.

Ese joven en ningún momento se preocupó por tener una buena educación para poder conseguir un buen trabajo, a pesar de que su madre se rompía el lomo con horas extras, para poder darle lo necesario.

La castaña salió enrollada en una toalla, lista para empezar su día, se vistió con el uniforme de limpieza, se ató el cabello en una coleta y se dio una última mirada en el espejo.

Ya no se veía como en sus veinte años, ya no era la madre joven y radiante, poco le faltaba para llegar a los cincuentas, la hacía sentirse vieja e inútil, pero no tenía de otra más que trabajar duro cada día.

Pasó a la cocina para preparar algo sencillo y rápido para desayunar ella junto a su hijo.

Miró el reloj, ya casi eran las nueve y treinta. Su hijo, Luis, aún no se dignaba a bajar para poder desayunar, se dirigió al cuarto que compartía con su hijo.

—Luis, levántate cariño, ya está listo el desayuno —dijo moviendo un poco al joven de veintisiete años de edad.

Él solo se removió en su cama algo incómodo.

—Hijo, ya son las nueve, por favor levántate —insistió en un tono más fuerte pero igual de amable.

Él algo molesto abrió los ojos y miró a su progenitora, solo soltó un quejido de fastidio.

—Solo déjame dormir, no me importa si tu estúpido desayuno ya está hecho, yo bajo cuando yo quiera —exhibió con desdén y frialdad.

Ella solo soltó un pequeño e inaudible quejido.

Los Talentos De StrawBayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora