3. Café Con Leche.|cherrysteria

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Titulo: Café con leche.
Autor: cherrysteria
Categoría: novela juvenil.
Estado: acabada.
Advertencia: +16.
Tema: Fetiches. De los piercings
Cantidad de palabras: 1275.
Mood:  minlxy

Café con leche

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Café con leche.

Tenía curvas de azúcar.

¡Qué grandiosa definición! Le quedaba como anillo al dedo.

Cuando Marley Moore miraba esos preciosos ojos verdes terminaba con la mirada y la respiración desviadas, a un sitio mucho más interesante: su boca.

Diablos, ni la cafeína o cocaína le excitaba tanto. Ya que azuquita, además de curvas, rostro y actitud dulces, tenía un alto nivel de sensualidad cargados en el brillante piercing azul en su labio, y la discreta bolita metálica escondida en el centro de su lengua.

Tan lindo se veía él, en su camisa negra y esos ajustados jeans azules que le daban unos muslos sorprendentes, que dejaban a la pobre Marley babeando.

Marley Moore no acostumbraba dejarse caer babas por cualquiera, si bien era la diosa griega de la seducción, atrayente sin buscarlo siquiera. Pero él, él valía la pena.

Así que del todo convencida, se sentó en la barra, observando como uno de los rubios cambia sitio con el más interesante. Marley le sonríe amigable, viendo como le devuelven la sonrisa. El chico se acerca más.

—¿qué te puedo servir?

«Ese lindo labio decorado en un plato de helado»

—El mejor café con leche que hayas hecho en tu vida. —Él ríe apoyando sus codos y dándole un asentimiento de respuesta, bastante cerca.

—Haré el esfuerzo, cuéntame, nena, ¿cómo tal preciosa termina siempre en el mismo café tan asqueroso que se sirve aquí? No es la primera vez que te aparecés, con ojeras, por acá.

Acá, ¡sus sueños se hacen realidad! Si hablar español es lindo, en acento argentino era un paraíso. Marley Moore es también la clase de gringa que adora vivir en España, por el simple hecho de la diversidad sin prejuicios.

—A mí me encanta el café que sirves aquí.

—¿Que yo sirvo? ¡Magnífico! —Él hace su magia, y cuando le está por entregar la taza sobre el plato, toma un marcador y empieza a escribir en el plato.

—Creo que eres tan linda como para que conversemos más… así que, guarda mi número, y me das el tuyo.

—¿Siquiera sabes mi nombre? —dice ella, sacando la taza del plato y observando la linda letra que tenía—. Fácilmente puedo ser una loca que te secuestre y asesine.

Los Talentos De StrawBayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora