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—Título: Mi dulce Lucia —Autor: katherinaplata —Categoría: cuento corto —Género: narrativo, primera persona protagonista —Advertencia: no hay escenas gráficas pero aun así he de avisar que la historia trata de una violación hacia una menor —Tema: delincuencia, mas exactamente violación a menores —Cantidad de palabras: 557
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Me despierta el fuerte sonido de las sirenas. Veo que Margaret no se encuentra a mi lado, así que algo asustado, me paso al cuarto de Lucia quien tampoco estaba. Escucho que gritan mi nombre, piden que salga con las manos arriba, es algo extraño, pero decido hacer caso, a lo cual me dicen mis derechos y soy esposado para previamente ser llevado a la estación. Durante el camino pregunté el porqué, pero nadie me daba una respuesta exacta. Cuando llego veo llorando a Lucia junto a Margaret, José se enfurece apenas me ve y corre hacia mí, me derriba de un solo golpe. —¡Bastardo! ¿Cómo pudo? Es mi hija —exclama, mientras algunos guardias que iban conmigo me ayudaban a ponerme en pie y otros lo detenían. No dije nada y solo seguí el camino, sé de que me acusa, sin embargo, yo soy inocente ante eso. Conozco a José desde hace mucho tiempo, desde antes de Margaret y toda su historia, se podría decir que éramos los mejores amigos tanto así que era muy apegado a su familia, y es que él lo tenía todo: linda casa, linda mujer y una hermosa, hermosa hija —la cual se dirigía hacia mí con el apodo de tío—; a diferencia mía que era un mantenido por mi madre sin trabajo y mucho menos suerte en el amor. Un desliz en la vida de José provocó la ruptura de su matrimonio, lo mismo hizo que nos separáramos. Me hice cercano a Margaret, la invitaba a salir con el fin de despejar su mente, poco a poco me gané la confianza de ella, me dejaba al cuidado de mi dulce Lucia, que ahora era una jovencita de 16 años a quien este acontecimiento fue demasiado duro, aun con todo esto encima podía ver en sus ojos el cariño que me tenía, aunque más adelante descubrí que ambos buscábamos lo mismo: ser amados. Después de tiempo, las salidas con Margaret se volvieron algo más oficial y empecé a vivir junto a ellas, mi hora favorita era cuando hacía el aseo en un short corto y una pequeña blusa, bailaba con la escoba entre sus manos haciendo sensuales movimientos mientras me dedicaba sonrisas, ella era intocable para mí, mas aquello no impedía que me desahogara en las noches, imaginando a mi dulce Lucia en tanto estaba con su madre. Al cumplir los 18 años llegó el momento indicado, el poder darle mi mejor regalo, lo que nuestros cuerpos tanto pedían, consumimos nuestro amor, puede que digan que yo me aproveche de una jovencita que me tenía cariño, pero no, eso no era cariño, era amor, nuestro amor. Lloraba mientras repetía una y mil veces que Margaret no se podía enterar de esto y lo entiendo, donde se enterará nos separarían. Tal vez por miedo les dice a ustedes que me odia, no obstante, no me puede olvidar, ni yo a ella, me provocó y no aguanté más sus insinuaciones, yo soy inocente.
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