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—Título: Sacrilegio. —Autor: MianLu21_LoveHH —Categoría: Fanfic, romance, ciencia ficción. —Estado: Terminada. —Advertencia: Muerte de personajes. —Tema: Ángeles y demonios. —Pareja: BangIm:(Personajes: BaenHyun Exo y Yongguk e HimChan de BAP) —Cantidad de palabras: 2750
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Hace millones de siglos, cuando el cielo y el infierno se unían, los ángeles y demonios hacían fiestas, convivían entre sí, llevando una glorificada fiesta en paz.
El único requisito que tenían para seguir así, era que ni ángeles ni demonios se mezclaran entre sí. Esto para Dios era una abominación.
Y fue que pasó.
El Arcángel, la mano derecha de Dios cometió el peor de los errores. HimChan como muchos lo conocían, era el ángel más poderoso de todos los que existían, era el guardián de Dios, quien tenía contacto directo con él después de que el mismo se fuera a un descanso largo después de haber creado la humanidad en la tierra. Por ello mismo era que Dios lo enviaba a esas fiestas, así podría vigilar a sus hermanos ángeles, pero, ese sería el inicio de su perdición.
Como en todas las demás fiestas, se encontraba caminando por los pasillos del limbo, el palacio que vigila a las almas perdidas. Se encontraba tan abrumado, había algo que le inquietaba en el pecho. Tomó un poco de cáliz y cuando dejó su copa sobre la gran mesa de bebidas celestiales lo vio.
Ahí estaba, el demonio más perfecto que nunca haya visto.
Su cuerpo vibró, y si es que tenía un corazón como los humanos, este estaba latiendo con tanta fuerza hasta detenerse cuando esos ojos rojos inyectados de maldad le miraron fijamente. Habían conectado.
—Hola, angelito de Dios —saludó el demonio con una sonrisa mórbida en sus labios, HimChan hundió levemente el entrecejo—. Pensé que era mentira lo que escuchaba por ahí.
—¿Y qué es lo que escuchabas por ahí? —preguntó intrigado. Su naturaleza le hacía curioso y sobre todo, un ser lleno de paz.
—Que el hermoso ángel de Dios, el sucesor de mi padre estaba entre nosotros. Te describían tan perfecto, pero no imaginé cuanto —pronunció con suavidad y una galantería que le derritió los sentidos a Himchan, el demonio lo recorrió con la mirada por completo y sí, se debía de admitir que esos ojos rojos lo desnudaron por completo ante el deseo ardiente que existió al verlo.
Himchan sabía quien era ese demonio pretencioso. El hijo del propio Lucifer, el poderoso Yongguk.
Quizás y solo quizás debía de evitarlo, pero el poderoso ángel se dejó envolver en los halagos y buenos momentos que pasaba con el poderoso demonio. Así pasó por mucho tiempo, solo eran frecuentes en todas las fiestas. Los primeros besos se dieron, las caricias y hasta ese entonces donde ya no pudieron resistirse y terminaron consumando su amor prohibido entre sábanas de sedas y camas hechas de nubes.
