Guerra, Mi Guerra.|Abywatchtower

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Aquí nuestro tercer escrito de esta entrega de Mitología griega. Esperamos lo disfruten.

—Título: "Guerra, mi guerra"
—Autor: AbyWatchtower
—Categoría: Fantasía
—Género: Acción
—Advertencia: Puede contener escenas violentas y vocabulario fuerte.
—Tema: Mitología griega
—Pareja: Atenea y Olivia
—Cantidad de palabras: 3.278

Es fácil decir que los dioses somos inmortales y sobre todo que no podemos encariñarnos con los mortales

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Es fácil decir que los dioses somos inmortales y sobre todo que no podemos encariñarnos con los mortales. Pero yo, Atenea, cometí ese error. Mientras observaba como mi padre desataba su furia sobre un pueblo llamado Hopeless, me percate de una niña pequeña pidiendo ayuda a orillas de río Tigris. Me conmovió, lo admito, frene a mi padre antes de que acabara con ella, con tan solo un movimiento de su mano. Éste me miró absorto por mi reacción y paro el ataque. Envié a Filius, mi búho, a su rescate, éste obedeció mis órdenes de ponerla a salvo. Luego de una discusión con el gran dios, me dio dos opciones, hacer su voluntad y matar a la niña impura o bajar a la tierra, para luego no volver más al Olimpo. Jamás dejaría que asesinara a una niña inocente, así que, ya saben cuál fue mi respuesta. En ese momento me acerqué a las puertas que daban salida del Olimpo, me dije para mis adentros, que no volvería a dar marcha atrás y dejar que mi destino sea creado por mi misma, por eso fui nombrada la diosa de la guerra, estrategia y sobre todo la justicia. Atravesando las puertas, escuché a mi padre balbucear algo que no logré comprender. Un gran estruendo y luminosidad se apoderó de aquel valle donde caí.

Filius me guio hasta la pequeña niña, que a esas horas se encontraba dormida. Su belleza e inocencia, se hacían notorios en cada detalle de ese hermoso rostro, sus cabellos eran dorados como la luz natural que siempre nos ilumina, su piel era tan blanca como las nubes que siempre pisoteamos. Una lágrima salió de sus ojos cerrados, así que toque su cabeza y pude ver cómo presenció el asesinato de sus padres, como su sangre brotaba de sus bocas y le pedían que corriera. Eso provocó un poco de furia en mi, crecer con ese tipo de recuerdo es una mancha para el alma de uno, aún cuando no eres quien lo hizo. Me senté en una silla común y con un solo movimiento de mi mano, recreé un mapa a escala pequeña del lugar. Solo se podía ver muerte y desolación. Todo lo que una vez fue vida y felicidad, hoy era muerte y más muerte. Debía hacer algo. No sé si una venganza por esto, pero sí algo que pudiese ayudar a los mortales. Al alba, la niña despertó y se asustó al verme.

— ¿Quién eres? —dijo mientras frotaba sus ojos, los que observé bien, y eran como los terrenos de Poseidón.

— Soy la Diosa Atenea, yo le he pedido a mi ave que te rescatara de aquel río, donde ibas a ser asesinada por mi padre. —conté sin remordimiento.

— ¿Por qué me ha ayudado? —su voz a punto de quebrarse se notó.

— Porque no me es justo que asesinen a una niña inocente que presenció como asesinaron a sus padres. —me levanté y senté a su lado. — No debes temerme —alegue a mí favor.

Los Talentos De StrawBayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora