13. Percepción|Cherrysteria

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Titulo: percepción.

Autor: cherrysteria

Categoría: novela juvenil.

Estado: acabado.

Advertencia: +16.

Tema: Clichés. Profesor y Alumno.

Pareja: Chase y Christian : original characters.

Cantidad de palabras: 1010.
Mood:  minlxy

Oh, Christian Rogers era irresistible

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Oh, Christian Rogers era irresistible. Chase estaba babeando por este hombre.

Lo seguía cuando salía de clases y se esperanzaba con el hecho de que el mismísimo profesor de matemáticas fue el que admitió su gusto a los hombres.

Christian tenía a Chase loco. O depende de cómo se lo vea, Chase a Christian. El adolescente de diecisiete años era empedernido, y no renunciaría hasta por lo menos hacer que le diga algún piropo.

A Chase le parecía asquerosa la idea de ocultar sus sentimientos, el profesor recién egresado hacía esfuerzos por ocultar sus emociones, en su voz gruesa y sorprendente talento e inteligencia.

Pero hay que tener muy en claro una cosa: Rogers ya había notado los coqueteos indiscretos del joven.

Podrá ser tan joven como el muchacho, llevándole ocho años de diferencia. Pero no era lo suficientemente inteligente para soportar los viles engaños de su estudiante estrella de último año.

“—Profesor, ¿podría darme clases particulares?”
“—Profesor Rogers, perdone el abuso…”
“—Profesor, ¡usted es mi favorito!”

A estas preguntas se les añade el tono de coquetería, la sonrisita, la mordidita, la expresión… ¡la miradita! Tenía unos ojos de cordero degollado que reventaban la paciencia de Rogers.

Pero profesionalismo ante todo. Un niño no lo haría perder su primer y más importante trabajo.

Era jueves por la tarde, era hora de salir y no volver hasta el lunes: tenían el día libre. Así que el coqueto Chase ya estaba predispuesto a hablar con su hermoso profesor de lindo trasero y ojos.

—¿Profesor Rogers? —El hombre levantó su grueso rostro y unió su mirada con la del muchachito.

—¿Necesita algo, Chase? —Cómo amaba el joven que haya aceptado llamarlo por su primer nombre.

Sin perder la costumbre y ya estando solos en el aula, Chase se inclina para que su tronco quede perfectamente curvado de forma que pueda ser apreciado.

—¿Será que podemos encontrarnos mañana para practicar esto? No me quedó nada claro el material del examen. Espero no le moleste el abuso…

Christian estaba preparado para decir que no. Lo estaba, pero, ocurrieron dos cosas interesante en su mente:

Uno, imaginó al jovencito enojado con su bello ceño fruncido, luchando por descifrar la respuesta al examen.

Y dos, al mismo, pero sentado en sus piernas gritando la formula cuadrática mientras le recuerda cómo usarla y haciendo que cuente las estocadas para descubrir cada número de la ecuación.

Después de debatir por un minuto entero en responder, se quita los lentes y suspira.

—Hablaré con el director y vendremos mañana. Eso sí, solo de cuatro a siete.

—¡Hecho! ¡muchísimas gracias!

Parecía una colegiala de película, emocionándose, pero más lindo.

Chase se fue lanzando rosas imaginarias y Christian lo hizo lanzando plegarias al cielo, que le dieran el autocontrol de recordarle que era un adulto.

Su propia excusa se la trago cuando Chase decidió sentarse en el escritorio a su lado, mientras sentado en la silla de ruedas conversaban del examen y los ejercicios.

El único ejercicio cercano a resolverse era lo poco que faltaba para hacer contacto físico.

Chase se sacudía la camisa de tanto en tanto por el calor dentro del aula, y Christian miraba las piernas del jovencito con anhelo.

En un punto ambos se concentran magistralmente en sus hojas, y el coraje pica la cordura de Chase. ¿Y si soy directo? Piensa. No lo iba a matar ni mucho menos.

—Profesor… —Él hace un sonido de asentimiento y borra algo en su hoja—.¿Usted saldría con un alumno?

Ya Christian sabía por dónde iban los tiros. Chase acercó su rostro apoyándose con sus manos en la mesa, poniendo más nervioso al mayor.

—¿A qué quieres llegar, Chase? —Chase se pierde en la boca del adulto, luego vuelve a los ojos.

Su cabeza se dividió en dos, invadido por la adrenalina. Christian se sentó mejor en su silla y paseó sus manos por su rostro.

—¿Sabes qué? Terminemos este ejercicio para irnos.

Cuando fue a levantarse Chase sintió como se le iba el aire, y la oportunidad.

Se abalanzó sobre el profesor obligándolo a sentarse nuevamente, pegando sus bocas en un roce de labios muy pronunciado.

Christian lo iba a separar. Estuvo a nada de hacerlo. Pero la melodía más su mano posada en la cintura del muchacho fueron suficiente. Él era un adulto.

Esa excusa dejó de servirle desde que le hicieron esa pregunta, pues solo pudo responder a un nuevo beso presionando por la cintura a Chase contra sí.

Un gemido se le escapa y Christian piensa en cumplir su fetiche.

—Dese la vuelta, Johns.

Chase sonrió con sorna y picardía, pues conocía a su profesor. Así que era muy probable que no ocurra nada muy subido de tono. Se giró y lo provocó, recibiendo un apretón de nalgas como respuesta.

Besos en el cuello, manos juguetonas, y un nuevo secreto.

En la sala de profesores, en el salón de clases, donde se guardan los productos de limpieza… incluso el sueño de Chase: en un cubículo del baño.

Muchas cosas pasaron para que Chase quiera una relación formal, ahora que estaban a finales de año.

Finales de año se convirtió en dos años, iniciada la universidad, y ahora el magistral profesor le invitaba café en una cafetería cómoda para ambos.

Chase para sus 20 ya lo había decidido: no más encuentros clandestinos.

Una mañana en su departamento, acostado relajado en el pecho de su amor, decidió hacer una pregunta, como cuando todo comenzó:

—Profesor… —Christian hace un sonido de asentimiento, sin dejar de acariciar los cabellos del moreno— ¿usted sería pareja oficial de un estudiante?

Christian ríe, toma la cara de Chase y lo mira con sonrisa juguetona.

—Pensé que lo hemos estado siendo todo este tiempo, Chase Johns.

Chase Johns, pediatra de un buen hospital, graduado, y ¡a nada de casarse con un hombre mucho mayor que él!

Cosas que solo él imagina, pensamientos vagos e historias locas pero fielmente interesantes: sueños húmedos que tiene casi todos los días de su aburrida vida adolescente con el atractivo profesor de matemáticas.

Los Talentos De StrawBayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora