El silencio que había en la camioneta era casi incomodo.
Ninguna de las tres personas en la camioneta habían pronunciado una sola palabra desde que esta había comenzado a moverse, y a pesar de que probablemente no habían pasado ni quince minutos desde que habían salido del instituto Juliana comenzaba a sentirse un poco nerviosa.
-¿Falta mucho?-Preguntó después de unos segundos. No quería parecer grosera pero con cada segundo que pasaba en silencio, sentía como su ansiedad crecía.
-Como seis horas, quizá mas.-Contestó Valentina en tono sarcástico antes de voltear su mirada hacia la chica morena con una juguetona sonrisa.
Juliana sintió como sus mejillas se teñían ligeramente de un color rojizo, por el tono de voz que había usado Valentina con ella. Pretendió ignorar el sarcástico comentario y en respuesta volteo hacia la calle, por la ventana. Mientras lo hacia, sintió como Alirio, el chófer, la observaba breve mente con una cara de ligera confusión, por el espejo retrovisor, antes de regresar su mirada hacia el camino.
La mirada oscura de Juliana volvió hacia la ventada con una ligera pizca de confusión.
Miro las calles, por las que iban pasando, completamente desconocidas para ella. Definitivamente ya no estaban por sus rumbos, y ella lo sabia. Las calles, los autos y las casas por las que estaban pasando no eran para nada algo parecido a las de el lugar donde vivía; incluso las personas se veían diferente, sus formas de vestirse, de caminar y de moverse era diferente también, era como estar en otro país, solo estando de el otro lado de la ciudad.
Por un momento Juliana pensó en lo diferente que eran ella y Valentina, en tantos sentidos; no solo económica y físicamente, eso era demasiado notorio, pero había tantos detalles que las diferenciaban, la forma en la que se movía Valentina de una manera tan dedicada a lo que sea que este haciendo, prueba de esto el como tocaba la guitarra, como si estuviera en otro lugar, donde solo estuvieran ella, su guitarra y su voz, era algo mágico el simple hecho de verlo.
Juliana pensó en lo que seria estar enfocado en cualquier cosa de la misma manera que ella, en como algo puede apasionarte tanto que te hace olvidarte de cualquier otra cosa, incluso del lugar en donde estas. Jamas había sentido eso, jamas había admirado tanto algo como para olvidarse de todo lo demás, como lo hacia Valentina y por un momento, deseo sentirlo.
Siguió pensando en eso hasta que el sonido de la camioneta deteniéndose la saco de sus propios pensamientos.
Estaban de frente a un portón color negro, que se abría lentamente completamente solo; de adentro de la propiedad salio un hombre moreno con un traje exactamente igual al que llevaba Alirio en ese momento.
Ambos hombres se saludaron cordialmente antes de que la camioneta volviera a avanzar, ahora a una velocidad considerablemente lenta a comparación de el resto del camino.
Juliana no podía ver la casa aun después de que la camioneta había cruzado completamente el portón de la entrada. Era una propiedad demasiado grande, no había palabras; la casa más grande en la que había estado Juliana en toda su vida, por mucho.
Mientras la camioneta mas avanzaba, la sorpresa de Juliana era aun mayor, para cualquier dirección que volteara había algo que la sorprendía aun mas. Por una parte había canchas de varios deportes, desde fútbol hasta tenis, lo cual la sorprendió o la emociono hasta cierto punto, ya que nunca había visto una en su vida; un comedor al aire libre en una decoración perfectamente diseñada, una hamaca a unos metros que se veía aun mas cómoda y organizada que su cama, un área donde había un par de perros, que parecía mas un área de juegos; entre muchas otras cosas, y al rededor de todo esto, un perfectamente cuidado y equilibrado jardín, lleno de flores y arboles de las que Juliana ni siquiera conocía el nombre.
Era algo simplemente sorprendente.
La chica morena pensó que no podía estar mas sorprendida pero tan solo unos segundos después se dio cuenta de que se equivocaba. La camioneta se detuvo finalmente afuera de la casa de los Carvajal y Juliana sintió como casi literalmente su mandíbula caía hasta el piso en asombro.
La casa era enorme y hermosa, encajando completamente con el resto de la propiedad, desde el diseño hasta los colores estaban perfectamente bien equilibrados, era simplemente algo magnifico de ver.
Las piernas de Valentina chocando con las suyas la sacaron de sus pensamientos de manera repentina; volteo con asombro hacia la chica de ojos turquesa, desconcertada de el porque había acercado su cuerpo a ella, pero la regreso rápidamente cuando escucho su puerta ser abierta por Alirio, quien ya estaba abajo de la camioneta sosteniendo la misma esperando que ambas chicas bajaran.
Juliana se sintió estúpida inmediatamente al pensar que podría existir otra razón para que Valentina se le acercara, y bajo rápidamente de la camioneta evitando el contacto visual con los penetrantes ojos azules.
Comenzaron a subir los escalones uno a uno para entrar a la casa, ambas con la mochila sobre sus hombros.
Cuando estaban apunto de terminar de subir las escaleras la puerta de la entrada se abrió de repente y salio una mujer mayor con una gran sonrisa en el rostro. Por un momento Juliana pensó que era la madre de Valentina al dirigir su mirada hacia ella y ver como la ojiazul tenia la misma sonrisa de felicidad al ver a la señora de cabello corto, sonrisa que claramente Juliana y seguramente nadie del instituto había visto jamas en la cara de Valentina.
-!Chivis¡-Exclamó la chica de ojos turquesa con la voz de bebé mas tierna que hizo que el corazón de Juliana se llenara de ternura.
-¿Como le ha ido hoy señorita Valentina?-Preguntó la mujer mayor y por la forma extremadamente educada en el que le contestó, Juliana supo automáticamente que esa señora no era su madre, si no alguien mas de las personas que estaban al servicio de los Carvajal.
-Veo que hoy trajo visita.-Prosiguió la mujer antes de darle una cálida sonrisa a Juliana como saludo.-¿Desean que les prepare algo de comer?-Continuó la mujer mientras abría la puerta para que las chicas entraran con ella.
-No te preocupes Chivis.-Se apresuro a contestar Valentina, mientras empujaba ligeramente a Juliana para que finalmente entrara a la casa.-Nosotras estaremos todo el tiempo en mi habitación.-Fueron sus ultimas palabras antes de que todas entraran a la casa Carvajal.
