Valentina no hablo durante todo el camino, realmente no tenía ganas de decir nada.
Había tenido un mal día, pero no de esos días en los que simplemente amaneces de malas o que el trafico hace que te sientas un poco estresado, no era uno de esos malos días en los que uno cree que las cosas no pueden empeorar por detalles como reprobar a una materia, llegar tarde a algo importante, chocar el auto, o esas pequeñas cosas que cuando nos suceden sentimos que nuestro día no puede empeora más.
Valentina realmente había tenido un mal, mal día.
Manejo en silencio hacia una dirección opuesta a la de costumbre, no quería ir a su casa, no ahora, necesitaba pensar, relajarse, intentar olvidarse un poco del tema y normalmente en casos así, estar sola. Pero ahí estaba, manejando su R8 con Juliana Valdés a su lado.
Su amistad iba creciendo poco a poco en los últimos días y por alguna razón decidió que pasar por ella al instituto quizá no era mala idea, sabía que existía la posibilidad de que Juliana no estuviera ahí y que solo estuviera perdiendo su tiempo pero una parte de ella, simplemente decidió comprobarlo.
Así que ahí estaban ambas chicas en un auto que no era usado más de 2 veces al mes, yendo a hacia un destino desconocido para la chica morena.
-¿A dónde vamos, Valentina?-La escucho preguntar cuando ya era demasiado obvio que el camino indicaba que iban a una dirección completamente diferente que la casa Carvajal.
Aun así la chica de ojos azules no contesto, sorprendente mente no se sentía incomoda al estar acompañada de la chica morena después del día que estaba viviendo, pero simplemente no tenía ganas de hablar, siguió manejando en silencio, ignorando todos los pequeños intentos de Juliana por iniciar una conversación o por descubrir a donde se dirigían.
Después de unos minutos simplemente se detuvieron al llegar a su destino.
Miles de recuerdos llegaron a la cabeza de Valentina, el hecho de estar en la casa de Valle después de tanto tiempo hizo que sus sentimientos se revolvieran aún más de lo que estaba anteriormente.
Ambas chicas bajaron del auto aun en silencio, Juliana se había rendido ya de intentar iniciar una conversación con la chica de ojos azules, cayó en cuenta de que por más que lo intentara Valentina no iba a hablar con ella hasta que ella lo decidiera, cosa que agradecía internamente la chica de ojos turquesa.
La casa de Valles era casi tan hermosa como la Residencia Carvajal, pero era considerablemente más pequeña que la misma, estaba casi al salir de la ciudad y completamente aislada a cualquier casa que pudiera haber al rededor. Simplemente perfecta para alguien que quería estar solo.
Entraron en un silencio casi puro entre ellas y la silenciosa casa.
Justo como lo había hecho unos días atrás, Valentina le dio tiempo a la chica morena para que echara un vistazo, y cuando se sintió lo suficientemente cómoda para iniciar una conversación, hablo con una voz tenue.
-Mi familia solía venir aquí.-Dijo simplemente esperando una respuesta inexistente de Juliana antes de continuar.-Cuando era una niña amaba que viniéramos aquí, me encantaba jugar en el patio trasero con un gran trampolín que solía haber y duraba todo el día afuera hasta que mis piernas literalmente dolían, así que mi hermano Gille y yo entrabamos y veíamos películas en la sala hasta quedarnos dormidos. Siempre despertábamos en nuestra habitación.-Su voz sonaba un poco melancólica, como si en su mente estuviera recordando esos momentos y todo el tiempo tenía su penetrante mirada azul perdida entre las paredes de la casa.
Juliana noto que era la primera vez que Valentina hablaba de alguien de su familia, ni siquiera en los días en los que había pasado toda la tarde en casa de los Carvajal había tenido oportunidad de ver a nadie que no fuera el personal del servicio, así que la morena pudo notar lo íntimo e importante que era esto para la ojiazul, así que decidió que lo mejor era simplemente escucharla.
-Tenia años que no volvía aquí.-Continuo unos segundos después.-Siempre me gusto esta casa, es de alguna manera siempre la sentí muy acogedora y me hace sentir cómoda estar aquí.-Se detuvo un segundo cambiando la dirección de su mirada y posándola sobre los obscuros ojos de Juliana.-Solía venir sola, eres la primera persona que traigo aquí en realidad, lo cual es algo extraño ya que no llevamos tanto de conocernos y hay personas que a pesar de tener años de conocerme no saben de la existencia de esta casa, pero...-Se detuvo un momento, se dio cuenta de que los sentimientos y los recuerdos comenzaban a causar olas dentro de ella y que había comenzado a divagar. Se sentía hasta cierto punto incomoda y vulnerable con la mirada obscura sobre ella. Decidió dejar eso así e intentar volver a su punto inicial.-En fin, solía venir aquí sola cuando era más joven, no venia seguido pero este siempre era mi punto de escape cuando yo...-Su voz comenzaba a temblar, sintió como un nudo comenzaba a formarse en su garganta que le complicaba hablar. Juliana noto como los azules y hermosos ojos comenzaban a tomar un color gris y opaco, como si en cualquier momento Valentina pudiera comenzar a llorar.-Bueno, solía venia aquí cuando discutía con...-Hizo otro intento por terminar de hablar pero inesperadamente un sollozo salió de lo más profundo de su garganta, seguido por otro y otro más. Sus claros ojos azules que ahora eran de un gris seco sin brillo, estaban rodeados de un rojo carmesí a causa de las lágrimas que rápidamente se habían formado. Era una imagen simplemente abrumadora, ver a la pálida chica que siempre mostraba un carácter tan fuerte de una manera tan vulnerable era algo que dejo a Juliana en shock unos segundos, no sabia que hacer, si debía acercarse a Valentina o no, le asustaba un poco el como reaccionaria la ojiazul.
La observo unos segundos, como se había sentado en uno de los sillones de la sala y cubría su cara con ambas manos quizá por vergüenza de que Juliana la viera, sus hombros se elevaban ligeramente con su llanto y el sonido de sus sollozos era el único que invadía la habitación.
Juliana caminó al sillón lentamente para encontrarse con la pálida chica, no estaba segura de que reacción iba a tener esta, pero sabia que no podía simplemente dejarla así y solo verla. Cuando estaba lo suficientemente cerca de ella, recargo ligeramente su mano sobre el hombro de Valentina, quería que sintiera que estaba ahí, que la apoyaba, que no estaba sola.