Capítulo 40.

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Cuando volvió a su casa, ya había pasado más de la mitad del día.

Su teléfono se había apagado un par de horas atrás, pero no era como si estuviera preocupada por ello, por el contrario, se alegraba de no tener que darle explicaciones a nadie acerca de donde o con quien estaba.

Eran las tres de la tarde, o quizá las cuatro, el tiempo pasa de manera diferente cuando estas triste.

Había durado toda la mañana en el jardín de la casa de Valles hasta que sintió que era tiempo de volver a su realidad. A demás, sabia que sus padres comenzarian a asustarse, si es que no lo estaban ya y ciertamente no quería preocupar a nadie. Sabía que si su teléfono estuviera encendido tendría más de un par de llamadas perdidas, tanto de sus padres, como de sus amigas.

Salió de casa de Valles sin las más mínimas ganas de hacer nada, ya ni siquiera quería vagar sin rumbo como lo había hecho el día anterior, ahora solo quería llegar a su casa y pasar recostada el resto del día en completa soledad.

Regreso tomando exactamente la misma ruta con la que había llegado hasta ahí, solo que ahora era consiente de hacia donde se dirigia.

Después de un largo y cansado camino de regreso, finalmente llegó.

Frente a la puerta de su casa, espero unos minutos de manera expectante. Todo parecia en orden desde afuera, la casa estaba en silencio y solo podria notar un par de luces encendidas dentro.

Después de un tiempo de solo observar se decidió a abrio la puerta de la casa con cautela.

Pensó que quizá las cosas no irian mal, quizá su madre comprendia un poco de la situacion asi que simplemente no mencionaria nada del tema. Tenia la esperanza de que su madre no preguntara nada, que estuviera tranquila y la dejara entrar a su habitacion y pasar el resto del dia encerrada ahí.

Claramente, se equivocaba.

Apenas tuvo un pie dentro de su casa la voz de su madre inundo el lugar.

-¿Se puede saber, en donde estabas Juliana Valdez?-Preguntó en un tono alto. Estaba sentada en uno de los sillones de la sala, tenia una expresion seria en su rostro, pero su voz, más que de molestia, se escuchaba preocupada.-Desapareciste como una delincuente, ni siquiera dijiste que te irias, o a donde, no tuviste la más minima desencia de avisar que estabas bien, simplemente te marchaste.-Reprochó.

La morena intento responder pero sabia que no habia una manera justa de explicarle a su madre todo lo que estaba sucediendo. Apenas abrio un poco sus labios, en un intento de decir algo que la calmara de alguna manera, fue interrumpida.

Los brazos de su madre rodeandola de manera protectora hicieron que se detuviera, incluso antes de comenzar.

-Estaba muy preocupada por ti.-Soltó finalmente acercándola más a su cuerpo en un protector abrazo.

El corazón de Juliana se apretó. Conocía ese sentimiento de preocupacion, de ansiedad, de no saber en donde esta alguien que amas y de no poder hacer nada. Lo habia estado sintiendo todos los días, el ultimo mes.

-Lo lamento tanto mamá.-Fue lo unico que contestó, mientras correspondia al abrazo de su madre.

Se quedaron unos minutos así abrazadas, disfrutando de un abrazo que hace mucho tiempo no sucedía, un abrazo que la morena había necesitado desde hace mucho tiempo atrás.

-Te prometo que no volverá a pasar.-Siguió con honestidad apenas estuvieron separadas.

-No te preocupes, lo importante es que tu estás bien, y que ya estás en casa. Solo no vuelvas a hacerlo.-Tomo una de sus manos entre las suyas y le dedico una pequeña sonrisa de alivio antes de terminar.-Feliz cumpleaños Juli.-

-Gracias mamá.-Dijo alejándose de ella.

-Han venido a traerte algo.-Confesó finalmente su madre, unos segundos después, dejando a Juliana un poco confundida. No tenía idea de quien habria sido, pero sospechaba de Daisy o alguien del instituto.-Era una chica alta, de piel blanca y ojos azules, trajo una caja que deje sobre tu cama. Le dije que si quería esperarte, a pesar de no saber a que hora volverías, pero se negó. Tampoco dejo algún recado, o alguna nota con la caja, simplemente me pidió que te la entregara y se marchó.-

El corazon de Juliana comenzo a latir fuertemente dentro de su pecho, apenas comenzo a escuchar las palabras de su madre. "Chica alta, de piel blanca y ojos azules."

Valentina.

Valentina.

Valentina.

No había nadie más en quien pudiera pensar al escuchar la descripción que le acababa de dar su madre.

Aun asi, a Juliana le costaba creerlo. No podia ser cierto, no podia haber regresado asi de repente, sin siquiera un mensaje y aparecer en su casa con un obsequio como si nada hubiera pasado, como si no hubiera roto su promesa, como si no la hubiera abandonado sin la mas minima explicacion.

Sin contestar a las palabras de su madre, y simplemente haciendo un gesto de afirmación con la cabeza hacia la mujer frente ella, se dirigio directo a su habitación.

Cuando vio la pequeña caja sobre su cama, sintio como sus piernas se quedaron sin fuerzas, debilitándose de una manera casi vergonzosa. No sabía si estaba lista para saber de nuevo de Valentina Carvajal, pero sabía que simplemente dejar la caja ahí sobre su cama no era una opción, necesitaba saber que había dentro, necesitaba saber si realmente era de ella.

Tomo la caja entre sus manos abriéndole lentamente como si tuviera miedo de lastimarla. Apenas quito la tapa pudo ver el contenido de la misma.

Un sobre blanco, una carta.

Su corazon golpeba su caja toraxica de una manera poco habital.

Estaba nerviosa, todo su cuerpo temblaba y podia sentir el sudor sobre las palmas de sus manos mientras lentamente abria el blaco sobre con cautela, intentando con todas sus fuerzas no dañar nada en lo absoluto.

Apesar de que todas sus sospechas, y casi afirmaciones apuntaban a la misma persona, cuando vio aquella perfecta y pulcra letra, no tuvo a mas minima duda sobre a quien pertenecia.

For Her. (JULIANTINA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora