Es una realidad decir que la materia no se crea ni se destruye, solo se transforma, y ¿por qué no pensar que con la vida es lo mismo?, no se puede definir de manera exacta el inicio o el final de la vida, de los momentos, de las cosas, de los recuerdos. Y hay cosas que en algún momento determinado pueden hacerte pensar que destruirán tu vida, pero no es así, solo la cambian, la transforman. Comúnmente estos tipos de cosas son también personas.
Eso fue lo que paso en la vida de Juliana Valdes.
Se podría decir que ella era una adolescente relativamente normal. No o era la mas popular de la escuela, y tampoco era la chica a la que todos humillan y hacen menos, no era la bad girl que tiene detrás a medio instituto, ni la novia de el capitán del equipo de fútbol. Solo era Juliana. Una adolescente común, con un pequeño grupo de amigas conformado por tres chicas mas.
Para ser honestos, una vida relativamente aburrida y normal.
Pero cosas relativamente normales son capaces de convertirse en las cosas mas asombrosas si están acompañadas correctamente. Como una simple vista a la distancia, que se puede transformar en algo hermoso si esta acompañado con un arco iris, un poco de estrellas o un atardecer.
Justo eso paso en la vida de Juliana.
Solo que al principio nadie lo noto.
Era un martes a medio año en el instituto, Juliana había llegado tarde como era costumbre para ella en todas las clases.
Por mas que intento solo leer esos quince minutos que se había prometido para llegar temprano a clase, no podía dejar así la historia.
¿Que pasaría si a la chica de la ventana le pasaba algo y ella no se enteraba?
Seria algo imperdonable.
Al fin y al cabo el mundo no se acabaría porque ella llegara tarde a clase de historia.
Camino lo más rápido posible por los pasillos hasta su aula, pidiendo internamente que el maestro Rivera le permitiera entrar, a pesar de los veinte minutos de retraso que tenía.
Un suspiro exagerado salió de sus labios, al notar que, sorprendentemente, el maestro aún no estaba en el aula.
Las que si estaban, por supuesto, eran Daisy, Natasha y Lucy, que no tardaron en darse cuenta de su llegada.
-Por Dios, Juliana, podrías por favor simplemente sentarte, en lugar de estar viendo el escritorio. Es el mismo de ayer, puedes venir, no hablara, ni nada.
Por supuesto que esa era la voz de su mejor amiga Daisy .
-No seas tonta Daisy, no la estoy viendo a ver si habla, estoy practicando mi telequinesis. Estaba a punto de lanzar la silla por lo ventana.-Contesto Juliana de manera sarcástica rodando los ojos.
Juliana fue hacia su asiento y saludo a las chicas como de costumbre, hablaron varios minutos poniéndose al tanto de las noticias del día anterior hasta que entre platicas y risas notaron como rápidamente el aula iba quedando en silencio.
Una expresión de sorpresa inundó el rostro de cada uno de los alumnos presentes, no por la llegada del señor Rivera, sino por el hecho de con quien venía acompañado.
El director Guerra era un hombre misterioso, permanecía la mayor parte del tiempo en su oficina, evitaba hablar lo máximo posible tanto con alumnos como con maestros y en el tiempo que Juliana llevaba estudiando en ese instituto jamás lo había visto entrar a un aula.
Apenas el señor Rivera y el director Guerra caminaron dentro, toda la atención paso a la chica que venía tras ellos.
Era definitivamente intimidante, y muchos la podrían describir como el ejemplo perfecto de "Bad girl". Llevaba unos jeans negros, ajustados y con cortes en las rodillas, una camiseta negra con un estampado de "Pink Floyd", botas negras y por supuesto que no le podía faltar, su chaqueta negra de cuero.